Por Florencia Parodi

Llegaron las etiquetas de Bodega Bressia al mercado local y su creador, Walter Bressia, vino a presentarlos y a contarnos cuánto cuidado y pasión hay en cada botella. En una maratónica visita, el enólogo mendocino habló con los medios, recorrió puntos de venta y compartió mesas con referentes paraguayos del mundo del vino.

Conversamos con él y antes de descorchar sus botellas, ya entendimos que su frase “vinos para el alma” no es un slogan, sino el espíritu de cada creación. 

En la historia de Walter no hay un inmigrante europeo que le haya heredado una tradición vitivinícola. Él quería ser médico, pero como a muchos mendocinos, el vino lo sedujo y terminó convirtiéndose en enólogo con una formación intensa en una de las bodegas más grandes de Argentina, Nieto Senetiner. 

Fue protagonista de los grandes desarrollos de esta bodega, incluyendo el emblemático Cadus Malbec. También viajó y aprendió del oficio de los europeos y de los estadounidenses, volviendo a su país con ideas y más desafíos. Un día decidió abrirse hacia su propio proyecto e inició Viniterra, el cual si bien no funcionó, le dio el impulso para empezar Bressia en 2003, su bodega, su casa y la de toda su familia. 

Porque así es Bressia. Es Walter, es su esposa; es Marita, su hija mayor, es Walter hijo, son Álvaro y Antonella. Y sus vinos son tan suyos como sus hijos. En esta entrevista nos cuenta un poco más. 

¿Cómo fue pasar de hacer vinos para una bodega a hacer vinos que también sean tu negocio?
Fue una decisión difícil porque trabajaba para una bodega muy importante, donde participé de todo su desarrollo. Pero este proyecto nuevo me dio la oportunidad de hacer algo de cero, diferente, algo que me representara a mí. 

¿Qué significa Bodega de familia?
Es el concepto de lo íntimo, de lo cuidado. Cuando pensás en familia pensás en algo muy ligado a tus sentimientos, a algo para cuidar para proteger. Pero también es porque trabajo con ellos, con mis hijos, el concepto es ese. 

En esta bodega de familia producen los vinos para el alma, ¿cómo se traduce este concepto en una copa?
Cuando decidís tomarte un momento para disfrutar de un vino, ese vino tiene que ser una caricia para el alma, algo que te de bienestar, que disfrutes, que te estés haciendo un mimo a vos mismo, que sea un bálsamo. Que sea bueno llegar a casa, que te haga sentir bien. 

¿Qué los hace únicos?
Siempre hay en la vinificación la impronta de quien lo hace. Y eso depende del momento de cosecha, del tiempo de maceración, de las temperaturas de fermentación, etc.; una serie de elementos que van determinando un estilo al enólogo. Lo que yo busco es esa elegancia, esa redondez, esa dulzura, que ya está muy asociada a la marca. Cuando vos decís Bressia, puede ser mejor o peor, te puede gustar más o menos, pero ya sabés lo que vas a probar. […] Únicos también porque no es una elaboración masiva. Producimos entre todas las líneas (17 tipos de vinos), unos 160 mil litros, de los cuales exportamos el 70% a países como Estados Unidos, Reino, Suiza, Bélgica, Brasil, Panamá, etc. 

Cada vino de Bressia, ¿qué tan Walter es?
Te diría que el 95% es Walter Bressia y un 5% lo que vas adaptando al mercado. Cuando salí con Profundo (su primer vino), el auge en Argentina era el Malbec y cuando salí de Viniterra, pensaban que iba a salir con un Malbec porque toda la vida hice Malbec, sin embargo salí con un blend. Todo eso generó una conmoción positiva y el vino empezó a movilizarse solo. Puse mi nombre en el vino no solo porque era reconocido, sino para generar el compromiso con el consumidor, poniendo mi nombre, no uno de fantasía. 

¿Qué representan para vos los reconocimientos como los que tienen Conjuro o Profundo?
Un premio al esfuerzo, a la constancia. No todos los vinos te dan la respuesta en forma inmediata, algunos te pueden gustar mucho, pero el mercado no responde. Entonces cuando uno tiene un puntaje o un reconocimiento, es a todo ese tiempo, ese esfuerzo, ese trabajo que le dedicaste a ese vino. Eso es lo que para mí significa un reconocimiento.

¿Qué sabías y qué esperás de Paraguay? 
La verdad no conocía casi nada. Mi hija participó de la feria ProWein en Alemania hace dos años y vino muy entusiasmada con Paraguay. Al principio me pareció extraño, como algo lejano. Pero me pasó un poco lo que me pasó con Panamá, que era un mercado incipiente pero en 10 años lo vimos crecer año a año. Es lo que veo aquí, esta es mi primera visita pero no creo que sea la última.



LOS VINOS BRESSIA YA MARIDAN CONSABORES PARAGUAYOS. Los vinos de esta bodega llegan al país de la mano de Caminos del Vino, que para darlos a conocer organizó una serie de eventos, entre ellos un almuerzo maridaje en el restaurante Stilo Campo, en el cual Parawine estuvo presente. 

Los vinos presentados por Walter fueron:

Lágrima Canela, un blend de blancas (de los pocos disponibles en el mercado), 70% Chardonnay y 30% Semillón. Un blend al estilo europeo con crianza en barricas, untuoso y con cuerpo, con aromas de frutas tropicales, miel y vainilla. 

Monteagrelo Malbec, 100% Malbec. De color púrpura con destellos rubí. Profundo y con aromas a ciruela, cerezas y a vainilla y madera, provenientes de la crianza en barrica. Fue maridado audazmente con surubí.

Monteagrelo Cabernet Sauvignon, 100% Cabernet Sauvignon. De un color más rubí y bien profundo, esta propuesta nos dio en nariz frutos negros y pimiento propio de la cepa; mientras que la madera nos regaló notas de vainilla, café, tabaco.

Profundo, el primer vino del enólogo, un blend de Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah. Esta etiqueta se mostró más herbácea en nariz, aunque el Malbec terminó mostrando su protagonismo (50% del blend) con su clásico aroma a ciruela. Un vino redondo, de taninos equilibrados, elegante y que demostró sin prisas, por qué es el orgullo de su creador. 

Conjuro, blend de Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot. Con crianza de 18 meses en barrica y estiba en botella de 24 meses, este blend es un verdadero “mimo” al paladar. Carnoso, con cuerpo, con aromas a frutos rojos y negros, sumados a los que aporta la crianza (ambas) como la vainilla, el café, el tabaco, los aromas tostados. Una propuesta que fue maridada con carne de cordero, perfecta combinación para un vino que, nuevamente, se puede describir como elegante, redondo e inolvidable.

Estos vinos ya están en el mercado y próximamente se sumarán más etiquetas de la bodega. Son ideales para quienes buscan caldos con cuerpo, carnosos, con madera bien integrada y complejos, al mejor estilo europeo, pero con costos más accesibles. 

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