Por Alejandro Sciscioli
Hace un año tuvimos la oportunidad de conocer algunas bodegas en el famoso Valle de Colchagua, esa maravillosa zona productora de vinos premium en Chile ubicada a unos 150 kilómetros al sur de Santiago, más precisamente en la Provincia de Colchagua, Región del Libertador General Bernardo O'Higgins.
Estábamos transitando por la zona de Lolol, siempre dentro de Colchagua, y por esos caprichos del destino y de la carretera cruzamos la Viña Santa Cruz, un sitio que nos llamó la atención y decidimos conocer por un motivo bien puntual: según nos explicó el chofer que nos guiaba, esa bodega pertenecía a los mismos propietarios del hotel donde nos alojábamos en la ciudad de Santa Cruz. ¿El nombre del Hotel? Santa Cruz, por supuesto.
Por ende, era más que obligatoria.
Aunque llegamos sin cita previa, le explicamos la situación al guardia de la entrada y, en menos de un minuto, llegó por radio el “OK” desde adentro de la bodega para permitirnos el paso. Ya en la propiedad, transitamos unos bellos caminos a la vera de las viñas, ya teñidas con el color del otoño. Y al llegar al edificio principal, Sergio Medina, jefe de Turismo, nos estaba esperando con la mejor de las sonrisas.
Y rápidamente comenzamos una gira que incluyó el edificio principal y parte de las viñas, más un proyecto turístico apasionante que incluye el ascenso a un cerro en un pequeño funicular.
LA VIÑA. Sergio nos comentó que la propuesta de Santa Cruz va mucho más allá de la mera elaboración de vinos y agregó que el foco está en captar al turismo que recorre la región.
La propiedad es muy grande, con una superficie total de aproximadamente 900 hectáreas, de las cuales 160 hectáreas están plantadas con 6 variedades tintas. Un detalle interesante es que 20 hectáreas de vides están trabajadas en terrazas socavadas en los cerros. Verlas desde el mirador del Café Terroir, el sitio donde más tarde pudimos degustar los vinos de la casa y donde los visitantes pueden sentarse a comer las delicias que el chef de la casa prepara, es algo muy hermoso.
La mitad de la superficie cultivada es Carmenere y en el resto se distribuyen cuarteles de Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot y Petit Verdot.
A pesar de su gran superficie, la viña produce apenas 200 mil litros de vino al año, de los cuales el 15% es enviado al exterior. La casa elabora solamente tres líneas de vinos: Reserva, Gran Reserva y Edición Limitada.
La primera es elaborada bajo la marca Chamán con dos blends, uno Carmenere - Cabernet Sauvignon y, el otro, Cabernet sauvignon Syrah. La línea Gran Reserva está compuesta también por blends en los cuales la cepa mencionada en la etiqueta está presente en un 90%: Carmenere, Cabernet Sauvignon, Malbec y Syrah. El Tupu Edición Limitada, ícono de la Viña, es un assemblage de Carménère, Cabernet Sauvignon, Syrah y Malbec, con porcentajes que van variando año a año.
La moderna infraestructura prevé trabajar con gravedad evitando bombeos que dañen la calidad del vino. Así, el patio de vendimia está al nivel del suelo, la sala de vinificación una cota más abajo y, la sala de barricas, en un segundo subsuelo.
LA DEGUSTACIÓN. Los minutos pasaban con enorme rapidez, debido a la enorme calidad humana de nuestro anfitrión, quien nos llevó a la terraza del Café Terroir y, personalmente, se encargó de hacernos degustar las tres líneas descriptas más arriba.
Primero llegó a las copas el Chamán Reserva Camenere - Cabernet, con un muy atractivo color rojo rubí intenso con tintes violáceos y una nariz muy expresiva y a fruta roja fresca. En boca cautiva por ser sedoso y estructurado.
Luego probamos el Chamán Carmenere Gran Reserva 2007, que tiene ese color tan bello y profundo, bien típico de la cepa que “resucitó” en Chile. En nariz es más complejo que el anterior, con notas a fruta roja ya madura, especias, pimienta, más un toque ligeramente ahumado y avainillado, fruto de una guarda de 12 meses en barricas francesas de primer y segundo uso. Entra muy bien en boca, con rica acidez, y resulta sedoso y muy fácil de tomar.
Finalmente tuvimos el honor de catar el Tupu Edición Limitada 2008, que tiene la siguiente formulación: Carmenere (25%); Cabernet Sauvignon (25%), Syrah (30%) y Malbec (20%). Las diversas variedades fueron criadas por separado durante unos ocho meses en barricas francesas y, luego de la mezcla, otros ocho meses en barricas francesas nuevas. Nos encontramos ante un vino de color muy profundo y una nariz compleja e interesante, con notas a fruta roja en compota, frutos secos y un muy agradable dejo a chocolate. Tiene una gran entrada en boca, con gran estructura, cuerpo, excelente sedosidad y un largo y agradable final.
MUY ALTO. Otro punto literalmente alto de la visita fue cuando subimos en teleférico hasta un sitio donde la casa ha construido una suerte de museo de algunos pueblos originarios sudamericanos donde es posible conocer el “alma” e inspiración de los vinos de la casa.
De ese modo es posible visitar réplicas de la ruca (casa) mapuche, la Puerta del Sol de la cultura tihuanaco, la casa de un chamán, un harepanga rapa nui y, finalmente, un observatorio para mirar el cielo y las estrellas tal como lo percibieron los pobladores autóctonos de esa zona del mundo.
¿Te interesaría saber más sobre la Viña Santa Cruz? Accedé a su sitio web http://www.vinasantacruz.cl y enterate cómo contactar con ellos para agendar una visita si tenés la suerte de recorrer ese maravilloso rincón del mundo llamado Colchagua.
Conociendo la Viña Santa Cruz, en Colchagua
Tuvimos la suerte de conocer esta bodega chilena que apuesta a la suma de la elaboración de vinos de calidad con un muy interesante producto turístico en homenaje a los pueblos originarios.
Marzo 29, 2013