Por Ania Smolec, Wine Journalist
No hay más que agregar. Su nombre lo dice todo. La categoría de “finger food” (o su poco glamorosa traducción literal: pequeñas porciones para comer con los dedos) nos enfrenta a una gran variedad de cocinas, técnicas y productos, donde lo más importante es dejar felices a nuestros invitados. En otras palabras, tenemos que ofrecer un menú entretenido, por cierto, pero también contundente.
Los finger food o appetizers pueden ser un menú completo o simplemente una antesala de la comida principal. En prácticamente cada rincón del mundo ustedes pueden encontrar algún plato en una porción mini pueda servir como finger food, como tapas españolas, mezes griegos u hors de ouvre franceses. Solo tiene que elegir sus ingredientes favoritos y echar a volar su imaginación para preparar una verdadera feria de sabores y colores.
1. PESO DEL PRODUCTO PRINCIPAL. El éxito del maridaje entre finger food y vino depende del equilibrio entre el peso de la proteína de la comida y el cuerpo del vino. Por ejemplo, si van a servir un ceviche de pescado, aliñado con un rico jugo de limón y un bouquet de hierbas, no pueden acompañarlo con un vino tinto con cuerpo. Simplemente este vino va a dominar el plato y producir un verdadero corto circuito en su paladar. En este caso usted necesita un vino blanco, fresco y con buena acidez, como Trio Sauvignon Blanc.
Piense bien qué quiere incorporar en su receta. Si va a preparar un mini sándwich con arrollado de cerdo seguramente puede pensar en un vino tinto de cuerpo liviano o incluso un vino blanco con buena estructura, como Casillero del Diablo Chardonnay. Si su mini sándwich incorpora roastbeef naturalmente tiene que buscar más estructura en el vino y reunirlo por ejemplo con Casillero del Diablo Shiraz.
¿Pero qué pasa si su mini plato no es un sándwich sino un mini quiche, más especiado y con más estructura, como uno con carne mechada? En este caso tiene que considerar un vino tinto que armonice con la carne de vacuno. Además pensar en su método de preparación (en este caso largas horas en el horno), que lo hace más complejo, y por eso mismo necesita un vino tinto de cuerpo muy definido, con buena acidez, pero también con ricos taninos como Trio Cabernet Sauvignon.
2. ¿FINGER FOOD VEGETARIANO? Seguramente muchos de ustedes prefieren la comida vegetariana o tienen que ofrecer opciones para esos amigos “vegies” que cada vez son más. Lo más importante para anotar son los diferentes pesos de la proteína vegetal. Por ejemplo, unas tostaditas con hummus de garbanzos tienen menos peso que una mini pita con pasta de porotos negros.
Con la primera opción le sugiero servir un vino blanco de cuerpo mediano, como Frontera Specialties Auténtico Blanco (una mezcla de cepas muy aromáticas como Riesling, Viognier y Chenin Blanc), mientras que para el segundo plato recomiendo Frontera Specialities País (un vino tinto de cuerpo mediano y con rica jugosidad).
3. MÉTODO DE COCCIÓN. El método de cocción es muy importante cuando consideren su menú de finger food. Como ya los saben, los platos cocinados tienen menos peso que los grillados. Además los aliños juegan su papel. Por ejemplo, si sus finger foods consisten en embutidos de varios estilos: longanizas de cerdo, salame, jamones crudos y ahumados, pueden servir algún vino de cuerpo mediano. Lo más recomendable es Casillero del Diablo Carmenere, con una rica jugosidad, notas picantes en su bouquet y muy versátil para este tipo de productos. Pero, si prepara longanizas, chorizos o mini hot dogs en la parrilla, va a necesitar más cuerpo en su vino y aquí le recomiendo Casillero del Diablo Cabernet Sauvignon.
El otro método de cocción que influye mucho en el maridaje es la fritura. Generalmente con estas recetas corresponde un vino espumante, fresco, crujiente, con una rica acidez que limpia y reduce la sensación de fritura. Pruebe, por ejemplo, camarones fritos con Casillero del Diablo Devils Collection Brut. Y si va a servir algunas mini hamburguesas de falafel, considere la frescura, pero además una buena estructura, y sírvalo con un vino rosado como Frontera Cabernet Blush.
4. ¿Y SI AGREGAMOS ALGÚN SABOR PARTICULAR? A veces tenemos muchas ganas para experimentar con nuevas recetas y sorprender a nuestros invitados. Algunos sabores particulares u orientales pueden representar un verdadero desafío con el vino. Por eso les recomiendo ser muy cuidadosos y considerar el perfil aromático de su receta. Por ejemplo, si usted va a preparar un plato oriental como rolls chinos con verduras y pollo, aliñados con jengibre, sabores agridulces y picantes, considere un vino blanco de buena acidez, con un suave toque dulce y aromas florales. Son la perfecta compañía para aliños tan exóticos e intensos como el jengibre. Anote Casillero del Diablo Pinot Grigio.
Y si su receta tiene un alto nivel de sabores picantes, casi calientes, como alitas de pollo con pimientas tipo Cayena y paprika, usted necesita algún vino que naturalmente muestre las gracias de esta receta, pero al mismo tiempo que protagonice un buen contrapunto y mitigue ligeramente este fuego en la boca. Para eso le sugiero Casillero del Diablo Shiraz Rosé. Un vino que representa un perfecto equilibro entre cuerpo y frescura.
5. ¿VARIOS O UN SOLO ESTILO DE VINO? Algunos estilos de finger food son muy versátiles con el maridaje y permiten organizar una pequeña cata comparativa de diferentes valles, cepajes y sabores. Por ejemplo, una tabla de quesos es una maravillosa forma de picoteo, que podemos acompañar por lo menos con cuatro vinos distintos: un espumante como Casillero del Diablo Brut Reserva, un vino rosado como Casillero del Diablo Shiraz Rosé, un blanco de cuerpo mediano como Trio Chardonnay y un tinto de cuerpo mediano como Trio Merlot.
Si me preguntan cuál es mejor, mi respuesta es muy simple: háganle caso a su preferencia o gusto. Si tengo que elegir uno, me inclinaría por un blanco, pero hay quesos como el gruyere que van muy con tintos ligeros o maduros y azules que producen un maravilloso contrapunto con un vino dulce.
Y si sus finger foods son de lujo, preparados con productos gourmet, tenemos que estar a la altura y definir armonías prefectas. No podemos cometer errores. Por ejemplo, si sirve unas tostaditas con caviar naturalmente su vino tiene que ser Subercaseaux Grande Cuvée, un complejo y fino espumante. Si prefiere mini crostinis con foie gras considere un maridaje clásico y sírvalo con Concha y Toro Late Harvest, mientras que con elegante jamón serrano sus invitados quedarán felices con Marques de Casa Concha Pinot Noir.
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(N. de la R.) El presente artículo fue publicado por el “Wine Blog” que periódicamente edita Viña Concha y Toro en su sitio web oficial. Fue replicado en este portal con el consentimiento de quienes tienen a su cargo la elaboración y difusión de los contenidos digitales en dicho espacio. Para acceder a la nota en su fuente original, clic acá.