Por Florencia Parodi
Decir que Alejandro Vigil es el “rockstar” de la enología argentina no resulta exagerado. En sus casi 20 años en la prestigiosa Catena Zapata logró producir vinos que fueron premiados internacionalmente, con puntajes y reconocimientos únicos. Hace poco, los vinos Adrianna Vineyard River Stones Malbec 2018 y el Adrianna Vineyard White Bones Chardonnay 2018, fueron reconocidos con 100 puntos por el crítico James Suckling. Por otro lado, su Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2013 obtuvo también perfectos 100 puntos, otorgados por Luis Gutiérrez (quien cata los vinos argentinos para el súper gurú Robert Parker).
El miércoles 28 de octubre, Frutos de los Andes, importador de Catena y El Enemigo en Paraguay, entre muchas otras marcas, presentó una charla con Alejandro Vigil de la que participaron muchos amantes de los vinos de esta bodega y seguidores de su trabajo. Durante este encuentro, Alejandro habló sobre diferentes temas que hacen a su labor. En las siguientes líneas, vamos desgranando un poco de estas conversaciones.
EL MALBEC ES MI OBJETO EN LA VIDA. En sus inicios, y viajando al exterior, Alejandro se dio cuenta que en Argentina al Malbec todavía no se le daba el lugar que se merecía. “El primer proyecto que hice en el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) era la zonificación agrometereológica del Malbec de distintas zonas. Ese proyecto a nivel nacional no ganó, pero sí conseguí financiación fuera de Argentina”, explicó. Así fue cómo comenzó la búsqueda y la investigación de las mejores zonas de cultivo y sobre todo, de un proceso de comprensión de la cepa, que fue lo que finalmente impulsó su carrera hasta lo alto. “Yo digo que es una de las cosas que cambiaron mi vida y no puedo cambiarlos más. El Malbec, el Cabernet Franc y mis hijos, son mis hijos y no los puedo cambiar más, porque me cambiaron la vida, han sido el objeto de mi vida. Cuando digo que respiro vino, respiro Malbec”.
TERROIR. Alejandro afirma que los vinos deben ser “paisaje embotellado”. Por eso, uno de los factores más determinantes de su éxito ha sido el estudio del suelo y su profunda comprensión del terroir, lo que él define como una “experiencia centenaria”. “Cultivar y elaborar el vino en un determinado lugar es una experiencia centenaria. Y esa experiencia centenaria significa un traspaso de conocimiento, de generación en generación, de enólogo en enólogo, de viticultor en viticultor del mismo lugar, esa prueba y error de 200, 300, 400 años... es lo que forma el terruño. Es una experiencia de conocimiento que se va transmitiendo”, explicó.
Su visión de su propio rol dentro de esta experiencia, es la de ser un transmisor constante:“Lo importante es entender que el hombre como individuo no tiene tanta importancia, porque sos un eslabón más dentro de esa cadena, pero sos fundamental, porque de lo contrario, se corta”.
Para él, el vino es algo que trasciende a quien lo elabora y se convierte en un legado para las siguientes generaciones, quienes a su vez, tienen la responsabilidad de seguir transmitiendo. “Cuando te das cuenta, pasó la vida y recién está empezando el proyecto del vino. Sí o sí tenés que transmitirlo porque si no lo hacés, se termina el proyecto”.
CATENA ZAPATA. Durante todos estos años trabajando en la bodega, Alejandro se convirtió en un miembro más de la familia, con quienes trabaja siempre con un norte bien definido. “Lo más importante es que Catena siempre ha pensado en calidad, la tenemos como un principio, es entender lo que estamos haciendo, más allá de los reconocimientos, que nos hacen felices y nos dan un marco, pero al final el concepto de calidad, conocer lo que hacemos, mejorarlo año a año, y transmitirlo”, comentó.
Resaltó la apertura de la familia Catena ante los nuevos proyectos, lo que le ha permitido seguir creciendo: “No sé si existe en el mundo la posibilidad que he tenido en Catena, de ser jefe de viñedo y bodega y aparte tener un proyecto con la hija menor de la familia (El Enemigo con Adriana Catena), y que convivan[…] Eso habla de la familia Catena y de la sensación de pertenecer a una idea de cambio y de progreso a través del vino”.
PREMIOS. Sobre los múltiples reconocimientos a sus vinos, Alejandro comentó que para él no se trata solo de un premio a su trabajo, sino que representa un premio a la historia de la bodega y todos los años de labor, así como también, a la historia vinícola de la misma provincia. “Ya llevamos 110 años, es una empresa con historia, tiene un recorrido de generación en generación, de hecho, hoy la sexta generación viene a trabajar en vendimia. Los premios son el resultado de este trabajo. Por otro lado, somos parte de una provincia donde hace 400 años hace vino. Entonces pienso que los premios son un reconocimiento a esa historia y a ese lugar”.
Y si bien son motivo de celebración, el enólogo explicó que cuando se trata del rubro del vino, los reconocimientos los encuentra trabajando en nuevos proyectos: “Al final, después de los festejos, hay que volver a trabajar, a proyectarse y a pensar en los próximos vinos. Cuando te reconocen un vino, ya pasaron años y vos ya estás pensando y trabajando en los siguientes”.
PANDEMIA. El enólogo comentó que a pesar de todas las consecuencias negativas de la pandemia, para la industria del vino es un momento muy bueno, debido al aumento del consumo en cuarentena. “La viticultura ha crecido, el consumo en el mercado interno ha crecido el 17,5% y en exportación el 100%. Lo que fuimos perdiendo año a año en 20 años, lo recuperamos en 7 meses”, dijo. También habló sobre la cosecha 2020, a la que definió como muy particular. “Fue muy seca, extremadamente seca porque no tuvimos nevada en los últimos años. Pero nos salvó que había poca producción y tuvimos que adelantar la cosecha, cuando empezó la pandemia, ya teníamos el 75% de la cosecha lista”.