Por Daniel Fassardi
De un día para otro, el termómetro recuperó la memoria y el calor normal de Paraguay irrumpió con toda su crudeza para recordarnos que el verano, al menos en esta parte del mundo, dura mucho más que cuatro meses. Por ello, recibí el encargo de preparar un artículo sobre un vino muy fresco que conozco muy bien y que siempre es agradable volver a tener en la copa.
Me refiero al Santa Helena Gran Reserva Selección del Directorio Sauvignon Blanc, etiqueta que mi querida S. privilegia por su muy buena relación entre precio y calidad.
Sí, es verdad, otra vez el jefe me pidió escribir algo sobre un vino blanco sabiendo él muy bien mi fanatismo por los tintos. Pero ese detalle cada vez me importa menos, pues gracias al paciente trabajo cuasi docente de S. estoy aprendiendo a apreciar productos a los que cada vez me cuesta menos comprender las historias que tienen para contarme.
Así, munido de la etiqueta de marras que retiré amablemente de la góndola de un súper de la zona donde vivo, fui hasta mi departamento para enfriar el vino y esperar a mi compañera habitual, quien prometió una sorpresa: ¡un ceviche que no sé de dónde sacó (no quiso contar el secreto) pero que estaba delicioso!
Con semejante acompañamiento nos resultó muy sencillo  seguirle el hilo al relato que el vino se aprestaba a narrarnos. Sus uvas provienen de Paredones, una zona costera del chilenísimo valle de Colchagua. Y debido a esa influencia marina, más el clima fresco y el suelo arenoso y pedregoso, las uvas salen hacia la bodega con la seguridad de que cuando crezcan y sean vino podrán llegar a las copas para enamorar a todos.
En particular, este Selección del Directorio Sauvignon Blanc es realmente muy bueno: en nariz resulta muy intenso, donde aparecen muy claras las notas a espárrago, más toques cítricos, minerales, a ruda y a piña. En boca es pura frescura, de acidez intensa y bien marcada, con un final largo en el que se lucen unos chispazos cítricos que le aportan aún más frescor.
Por suerte, mi compañera había traído una botella de repuesto, “por las dudas”. Una vez más, su previsión ayudó a que nuestro final de jornada sea intenso, como el vino que había llegado a nuestras copas.
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