Por Alejandro Sciscioli

Soy un convencido de que detrás de cada vino hay una historia que merece contarse. Y me atrevo incluso a profundizar un poquito más la afirmación: detrás de cada vino producido y detrás de cada vino degustado siempre hay algo que vale la pena relatar.

Es verdad, a muchos vinos los olvidaremos injustamente. En mi rol de comunicador lo usual es que me valga de la libreta de apuntes que me saque del apuro y, gracias a ella, la memoria se refrescará para mi alivio y el de los lectores que gusten de leer mis textos. Sin embargo, a otros los recordaremos con mayor fervor, indudablemente “intoxicados” por el buen momento que nos haya tocado vivir.

Sobre la etiqueta que hoy escribo tengo un recuerdo muy, pero muy preciso: la primera vez que la degusté, justamente “infectado” de un momento muy placentero. Específicamente fue en la noche del pasado 22 de febrero, durante la cena en que dábamos punto final a la maratónica gira de 16 días por las principales zonas productoras de Argentina, cortesía de la entidad Wines of Argentina.

Sentados a la mesa estaban, además de este servidor, los compañeros del Tour Argentina 2014: expertos de Colombia, Venezuela y Perú. Ya había pasado un muy buen espumante y un enorme Cabernet Franc elaborado por uno de los “enfant terribles” de la viticultura argentina. Y claro, el clima era realmente festivo.

Me pareció que era el momento perfecto para analizar con el grupo un ejemplar de la cosecha 2009 de Phi, el vino ícono de Finca El Origen, que me había sido obsequiado por la gente de la bodega durante la reciente estadía en Mendoza. Fue así que saqué el vino y propuse su descorche, idea que fue aceptada con júbilo.

Se trata de un vino de estilo “single vineyard”, es decir, elaborado a partir de uvas provenientes de un terroir específico, en este caso la región mendocina de Vista Flores, Valle de Uco. Asimismo es un assemblage al estilo bordolés, según explica la propia bodega en su página web. El mismo contiene un corazón de Malbec (79%), más 11% de Cabernet Franc, 7% de Cabernet Sauvignon y 3% de Petit Verdot.

¿Con qué nos encontramos? Con un excelente vino que fue aplaudido por los 6 comensales. A la vista presenta un color rojo rubí profundo y brillante. En nariz enamora por sus notas a fruta roja (ciruelas), un toque a mermelada, una suave nota floral, más recuerdos a especias y cuero; evoluciona en la copa para mejor, minuto a minuto. En boca es una gloria: entrada con gran personalidad, excelentes acidez y frescura, taninos redondos y sedosos, más un final largo y placentero de donde surgen notas retronasales a fruta roja y leves toques a chocolate.

Lo mejor de todo esto es que esta etiqueta está presente en Paraguay, esperando a los apasionados que se animen al descorche y al disfrute.