Por Alejandra Gavigán

Mucha gente siempre me pregunta cuál es mi vino favorito, y tal vez sonará un poco cliché lo que voy a decir pero siempre respondo con la misma afirmación: “El que se comparte”. Dicho esto, puedo asegurar que si hay un 2x1 de vinos pueden hacer la prueba: tomen una botella solo y la otra compártanla con los amigos. La diferencia de sabores es indiscutible.

Por ello fue un placer llegar hasta el show room de la importadora Frutos de los Andes, que realizó una celebración por el día de la amistad en la cual de destacaron los buenos vinos, un rico picoteo y, por supuesto, una excelente concurrencia.

Fue así como tímidamente comenzamos la noche alrededor de una increíble mesa de quesos, jamones, panes y untables del Chanchito Rico. Al son de tangos y boleros, Mariella Gavilán, sommelier de la casa, comenzó dando la bienvenida. Pero no a una cata, sino al festejo del día de la amistad.

La velada comenzó con el Sangiovese 2017 de Escorihuela Gascón. Realmente, en nariz sorprende su semejanza con el aceto balsámico, hierbas de la Provence y claramente frutos del bosque. Este tinto rubí joven es delicado en paladar, fácil de beber y sobre todo ligeramente tánico con sabor herbal, ideal para unos ravioles a la putanesca o un quesito como de los que degustamos esa noche. Realmente, un vino para no mezquinar y tomarlo ahora.

Mientras seguía llegando gente, el segundo vino en ser servido nos sorprendió a todos por su delicadeza: Tikal Patriota, un blend de Bonarda y Malbec que fue decantado por aproximadamente dos horas. El color: impecable rubí, con mucho aroma a cerezas. El aireado en el decantador hacía que se aprecie en nariz una mezcla de frutos rojos en compota y en boca esa suavidad que aunque sea muy suave, demuestra cuerpo y equilibrio, capas que despliegan sabores a frambuesa, cacao y cereza ¡delicioso!

Entre picadas, recargas de copas del delicioso Tikal que es un hit de Ernesto Catena por darle protagonismo al Bonarda, el próximo vino fue otro blend pero con mucho más personalidad: Nicasia Blend de Cabernet Franc, Merlot y Petit Verdot. Este ensamblaje al estilo bordolés me llevó directo al éxtasis. Intenso, de carácter jugetón por su dulzura y con muchos aromas a frutos negros, además de sutiles notas especiadas. El paso en roble incrementa sus notas a vainilla y café. ¿Qué más decir de este vino? La particularidad se encuentra en su complejo y agraciado final que hacía que entre los presentes se quieran llevar una o dos botellas al salir.

Terminaba la noche y una estrella se llevó todos los aplausos: Syrah 2010 de Bodega Benegas Libertad Estate, increíblemente bien conservado. Ocho años en botella y la evolución, impecable. Es memorable en nariz: aparecen especias y algún que otro fruto en compota. Lo más recordable: su danza en las mejillas que limpiaba la grasitud de los quesos devorados en la ocasión y su final interminable.

Realmente cada uno de estos vinos tenía mucho para contar pero lo que más recordaremos fue la compañía y los buenos amigos que pudimos hacer a través de todos estos vinos.

¡Salud por los buenos vinos y las amistades que llegan a través de las copas!

---