Por Luis Fioretti
La Expo Vino 2013 nos dejó muchas cosas para desgranar, entre productos degustados, recuerdos, conocimientos, experiencias y claro, nuevas amistades. Entre ellas vale destacar la buena onda que nació con la visita de Arnaldo Gometz, director comercial de la mítica Bodega Catena Zapata desde hace 20 años, con quien logramos una charla muy jugosa y amena.
Formado en áreas completamente diferentes como la ingeniería y la psicología, su pasión lo volcó al mundo del vino desde joven, convirtiéndose este en su modo de vivir.
La Expo Vino 2013 solo fue la más reciente de sus visitas al país, habituales desde hace 15 años. Recuerda que al inicio era como predicar en el desierto pero hoy, en cambio, “pasamos por algo que ya vivió Argentina: la evolución del consumo de vinos masivos al consumo selectivo”.
¿Por qué? Su respuesta es rotunda: “Cuando uno descubre y alcanza ciertas calidades de vinos, es muy difícil volver atrás. La calidad es un punto que no tiene retorno. Y si bien es discutible cuándo tomar un vino de más o menos precio, las apreciaciones que un vino de alta calidad brinda no las da ninguna otra bebida”.
Además se suma una gran ventaja: son los jóvenes quienes están descubriendo la satisfacción que brindan los buenos vinos. Cuando ocurrió el boom vinero en Argentina, fue la gente de más de 40 años la que más se destacó como consumidora. “En la Expo Vino 2013 los más interesados fueron los jóvenes”, observó Arnaldo.
UN SALTO HACIA LO GENUINO. La Expovino, para él, fue extraordinaria también por otro detalle: no suele verse a los competidores armando un evento de tal magnitud en otras partes de América, “cooperando todos para promocionar la cultura del vino”.
Paraguay ha dado un salto muy grande hacia lo genuino, nos dice. “Hay una clara apreciación de lo auténticamente bueno”. Señala, por ejemplo, que desde su primera visita, la evolución en gastronomía lo demuestra: hoy, prestigiosas guías top para turistas incluyen en Paraguay unos 50 restaurantes de primer nivel.
Y relacionando las cosas, Arnaldo pregunta: “¿qué acompaña primero, el vino a la gastronomía o al revés? Pienso que van juntas. Hoy la gastronomía maneja sutilezas tan semejantes a las que maneja el vino”, subraya.
MÁS DE 110 AÑOS DE HISTORIA. Ante todo, Gometz señala que en Catena Zapata están satisfechos del camino recorrido en Paraguay a través de Frutos de los Andes, su representante local.
Cuenta que la bodega nació hace más de 110 años, cuando su primer viñedo fue plantado en 1902. Con el paso del tiempo, la casa quedó entre las pocas empresas bodegueras argentinas en manos de la misma familia fundadora. Desde Don Nicola, inmigrante “llegado con una mano atrás, la otra adelante y una valijita llena de sueños”, hasta hoy, cuando Laura Catena representa la cuarta generación dedicada al vino.
Y como un inmigrante nunca creyó que las cosas ya estaban hechas, esta empresa tiene como meta la superación permanente. Acorde a esto, en 1990 se propuso distribuir al mundo vinos capaces de competir con los mejores. Así, hoy Catenza Zapata es la empresa argentina de mayor facturación en la exportación de vinos, porque “no creemos que el éxito es permanente, creemos en el esfuerzo constante”.
De hecho, para lograr sus metas, ya en los años 80 prepararon el camino, con el cambio más grande en la vitivinicultura de entonces en Argentina, que no fue precisamente en lo tecnológico, sino en lo agrícola. “No hay que olvidar que el vino es la consecuencia de la uva. Si esta no tiene buena calidad, el vino tampoco”.
Pero, ¿cuál fue ese cambio? Recuerda que hasta los años 70, cuando el consumo per cápita argentino era de unos 80 litros anuales, lo que se buscaba era gran rendimiento de la uva, cual sea, para lograr la mayor cantidad de litros posibles. En ese entonces la producción era de 500 quintales por hectárea. Desde los 80, la producción se apunta según la calidad, hablando de un rendimiento va decreciendo de 200 a 100 y luego a 60 quintales por hectárea.
Adicionalmente se hizo lo que se llama “control de Canopia”para lograr que el grado de maduración de la uva sea parejo, y que además ocurra en la planta. “De otro modo, no alcanzará los aromas y sabores necesarios”.
Esto es reflejo de un proceso que se dio en toda Argentina, gracias a una ventaja estratégica: hacia fines de la década del 60, la familia Catena Zapata era la trasladista más importante de vinos que había en Argentina, y el cuarto productor mundial de uva de modo individual. Entonces, esta situación permitió identificar con mucha precisión cuáles clones, de los traídos de muchas partes del mundo, se adaptaban mejor a qué microclimas, adentrándose de lleno en el concepto de terroir. “En esto Catena es pionera”.
La historia de Catena Zapata, como la de muchos, es de prueba y error. “Fuimos probando, mejorando, experimentando… Fuimos los primeros que plantamos en altura y los primeros en hacer análisis serios respecto a la influencia de la insolación en los frutos”, cuenta.
“Al descubrir ciertas calidades de vinos, es difícil volver atrás”
En la reciente Expo Vino 2013 tuvimos un mano a mano con Arnaldo Gometz, director comercial de Catena Zapata, quien asegura que al subir el nivel de lo que se degusta, el vino se transforma en un camino sin retorno en busca de más y más calidad.
Agosto 05, 2013