Por Luis Fioretti
El eco es fuerte, se oye claro y dice: “en Paraguay pasa algo muy bueno con el vino”. Por eso, Mauricio Lupino decidió saciar su curiosidad y visitar Asunción. Pero, ¿por qué tan llamativa su visita? El tema pasa porque Mauricio no tenía programado visitarnos, aun en su rol de Gerente de Producción y Export Manager para América Latina de Ernesto Catena Vineyards, una de las bodegas de mayor calidad vitivinícola de Argentina.
Nos contó que su fugaz visita se dio aprovechando el día el 27 de octubre, que encontró libre en su agenda entre un viaje que realizó a Lima, Perú, para presentar una etiqueta, y su siguiente paso a Chile. Y dijo: “¿Por qué no?”. Entonces tomó el primer avión que lo trajo a conocer nuestra capital y fisgonear qué pasa aquí con el vino en general y con su marca en particular.
Así, nos encontramos a este mendocino de 31 años, muy jovial, ya terminando esa jornada que pasó recorriendo Asunción. De su vida nos contó que de familia siempre respiró el mundo vitivinícola a través de su padre, todo un enólogo. Pero su ingreso definitivo al mundo del vino se dio cuando, tras recibirse de economista en la Universidad de Cuyo, encara rumbo a Nueva Zelanda a trabajar como un obrero más, en una viña. Sí, en la recolección de uvas, donde le tomó el ritmo al ámbito vitivinícola.
CURIOSIDAD. A esta altura del texto, seguro quieren saber por qué la curiosidad de este gerente. Bueno, él mismo explica que Ernesto Catena está presente en Paraguay desde hace 5 años, con un crecimiento constante, pero que el año pasado este crecimiento se disparó casi el 80%, lo que alentó su curiosidad por nuestro país.
“Manejando yo la producción, vi los pedidos desde aquí. Y hablamos de pasar de unas 800 cajas (de 12 botellas de 750 ml) a 1.400, y la verdad que asombra tratándose de vinos todos premium”, explica. Además, Mauricio creía que en Paraguay el paladar aún no estaba muy entrenado, pero observó que “se nota la educación de la gente para estos vinos de mayor calidad”.
Su primera visita al país también fue la oportunidad para conocer a las personas responsables de sus etiquetas, Rocío Celauro y Mariella Gavilán, ambas de la importadora “Frutos de los Andes”, con quienes recorrió la ciudad. Del paseo señaló haber quedado sorprendido con la calidad de las bodegas, siendo lo que más llamó su atención el calor y cómo hacemos por acá para mantener los vinos en temperatura controlada. “Vi que las vinotecas también están todas con aire acondicionado”, destacó.
Así, en general pasó el día visitando lugares relacionados al mundo vitivinícola tanto en sus aspectos más comerciales como en los gastronómicos. “El depósito que tiene nuestro importador, la verdad que es excepcional. Siendo subterráneo, los vinos están muy bien cuidados”, señaló. De las tiendas destacó “Casa Rica”, diciendo que tiene un espacio de vinos muy interesante.
Además, encontró los vinos no tan caros. Como dijimos, venía de Lima, “donde los precios estaban bastante más elevados, por un tema impositivo”. También encontró que se come aquí muy bien: “los restaurantes me gustaron, tanto que le escribí a un amigo por Whatsapp diciéndole que estaba muy bueno para venir a hacer un recorrido”.
LA BODEGA. Por supuesto aprovechamos para que nos cuente su visión de Ernesto Catena Vineyards. Lo primero que nos contó es que Ernesto Catena representa la cuarta generación de la familia Catena Zapata, siendo hijo de Nicolás Catena.
La viña surge cuando Ernesto, siendo Presidente de Escorihuela Gazcón, una de las bodegas más importantes y prestigiosas de Argentina, siente la necesidad de cambiar paradigmas y conceptos básicos en la elaboración de vinos. Pero como allí no le era posible, dada su posición que lo condicionaba a una tarea más ejecutiva respecto a la identidad vitivinícola de esta bodega, decide entonces crear “Ernesto Catena Vineyards”, donde vuelca su libre interpretación del vino.
Hoy, su proyecto lleva 12 años de vida. ¿Cómo interpreta Ernesto Catena el vino? Por unos conceptos clave: producir uvas de altísima calidad en cantidades pequeñas; esto de la manera más natural posible, sin la intervención de la tecnología; en cada línea, estilos de vinos propios; y, conceptos de marcas muy fuertes en los que la gente se vea identificada.
Así surgen las etiquetas “Tical”, “Alma Negra” y “Siesta”, cada cual con su propio estilo de vino y sus propias variedades. De manera más reciente, a partir de “Alma Negra” surge la línea “Animal”, cuyo origen es de una finca orgánica propiedad de Ernesto Catena. Certificada como biodinámica, es una finca de 72 hectáreas donde solo se cosecha una mitad, quedando la otra libre para mantener el equilibrio del ecosistema en que se basa el concepto biodinámico.
¡Media finca libre! Si esto les parece una locura, qué pensaran cuando sepan que la finca se ubica en el mismísimo Valle de Uco, en la zona de Vistaflores, en Tunuyán, a 1.100 metros de altura sobre el nivel del mar, en una de las más codiciadas tierras de la viticultura argentina. En la misma se ubica la bodega rodeada de un vistoso laberinto, el más grande hecho con las parras en Argentina, de unas 3 hectáreas, cada una de cuyas hileras está pensada para darle además un estilo de cultivo propio y único a sus vides, todas Malbec. El mismo es además parte del logo de la bodega.
“Animal” tiene un estilo salvaje, explica Lupino. Su antítesis es la Urbe, lo tecnificado. En él predomina la fruta por sobre la madera (el paso por barrica en este vino es muy leve), cuya elaboración permite tomarlo incluso sin acompañamiento gastronómico, siendo fácil de beber, “porque Ernesto piensa que la tendencia actual es ir a vinos más livianos, sin abandonar la calidad”. Aquí vale recordar que hablamos de sus uvas originadas en una finca que solo destina la mitad de su extensión a la producción de manera intencional…
Hoy es difícil elaborar vinos malos, reflexiona el ejecutivo. La tecnología casi lo impide. Lo que se plantea entonces es elaborar vinos que permitan al consumidor encontrar su estilo propio, su preferencia de vino. Y esto es lo que busca Ernesto con el desarrollo de conceptos de marcas fuertes.
La producción total de esta bodega ronda las 250.000 cajas de 12 botellas de 750ml. De estas, el 70% se va en exportación, siendo los principales mercados EEUU, Canadá, Brasil y Perú, entre otros.
La línea “Alma Negra” se trata básicamente de un blend tinto, cuyo corte es misterioso (pero todos saben que se compone de Malbec y Bonarda) y, también, de un espumante Brut Rosé elaborado con el método tradicional.
“La idea de ocultar la composición del vino tinto surge en Ernesto porque la gente siempre le preguntaba sobre la composición de los vinos de la familia, y se le ocurre hacer un vino en el que nadie sepa de qué es, que sea un misterio… hay que probarlo para conocerlo, para disfrutarlo sin saber qué es”, explica Mauricio.
La línea “Siesta” es de “Single Vineyards” Malbec, Bonarda y Cabernet Sauvignon. De la Bonarda destaca su origen de la zona de Rivadavia, de una finca con vides de 92 años. “Con ellas que nos dimos cuenta que, para que la Bonarda exprese todo su potencial, tiene que ser de viñedos muy antiguos”.
Las etiquetas de “Tical” constituyen como las ícono de la bodega. Son todas blends, cortes de Malbec, cada una con su propio nombre: “Tical Júbilo”, “Tical Amorío”, “Tical Patriota” y “Tical Natural”.
Gran presencia en Paraguay de Ernesto Catena Vineyards
Visitó el país Mauricio Lupino, ejecutivo de una de las bodegas referentes en cuanto a producción de alta calidad en Argentina, atraído por conocer el secreto del boom del vino en nuestro país.
Noviembre 15, 2014