Por Rubén Darío Lugo
El vino siempre debe ser tratado de la mejor manera y guardado en espacios sublimes. Sobre esta premisa se ha creado un ambiente mágico e ideal para la bebida. Ese sitio se llama La Sacristía, una vinoteca que tiene anexada una sala de catas, donde lo importante es invitar al consumidor a experimentar, investigar y jugar con aromas y sabores.
Su propietaria, Mauri Benítez Carballo, es chef y sommelier, y nos lleva de la mano para conocer lo que guarda este lugar sagrado, donde hay etiquetas de exquisitas variedades, entre las que cuentan los vinos de Jerez, que invitan al paladar de los wine lovers.
“La Sacristía es el lugar donde guardamos los vinos más sagrados de nuestras vidas, aquellos vinos que nos transportan, que nos hablan, que nos piden que los cuidemos. En esta casa encontramos el milagro del vino cada día, llenando nuestras copas de este néctar peculiar”, menciona Mauri.
Las etiquetas españolas en esta tienda merecen un capítulo aparte, mientras que el vino de Jerez es la especialidad de la casa, donde se enfatiza en su crianza, la zona, el suelo etc. “De entre todos los milagros con los que el mundo del vino es capaz de sorprendernos, el velo de flor es uno de los que más admiración despierta, y solo existe en Jerez, porque es una experiencia para aquellos que no lo han probado; todo un desafío para la gastronomía paraguaya, porque es la primera vez que a nivel local se dispone de ese tipo de vinos”, sostiene la dueña.
Bodegas Barbadillo también está representada. Con 200 años de experiencia, se mantiene en la cresta de la ola en innovación, curiosidad y desarrollo de nuevos productos, desde el vino base (Castillo de San Diego), pasando por el intermedio (Mirabas) y otras propuestas como Amontillado Príncipe, Oloroso Cuco y el mítimo Palo Cortado.
“También tenemos un tinto de Bodegas Barbadillo, que es uno de nuestros favoritos: Nude, 100% Tintilla, una uva casi desaparecida y que se logró recuperar; la crianza es inexistente, incluso el vino no se filtra, por eso encontramos sedimentos que nos muestran el trabajo tan real de la bodega con este vino, algo que lo vuelve sumamente interesante”, precisa con sapiencia.
Otra bodega representada es Máximo Abete, con cuatro etiquetas, cada una con su historia peculiar y que mantienen la idea de que el vino viene de la viña; ellos mismos (los responsables de la viña) trabajan de manera natural y sostenible, respetan el proceso biológico para que las vides encuentren un equilibrio natural con el terreno, según refiere.
“En total cultivan 15 parcelas diferentes alrededor de la bodega; cada una tiene sus peculiaridades, por variedad, tipo de suelo, orientación o altitud; pero todas ellas comparten el terroir característico de la “Baja Montaña”. Esa zona es la más montañosa dentro de la D.O. Navarra, y allí las viñas están plantadas en las laderas del monte entremezclándose con el bosque”, detalla la responsable.
¿Qué es un buen vino para esta joven sommelier entusiasta? “Es aquel que representa a su zona, y Jerez tiene esa capacidad. Son vinos diferentes, que tienen un aroma distinto, una boca y a veces los colores distintos, que generan una satisfacción grande al comenzar a comprenderlos”, destaca.
En la tienda se abre una botella por semana para quien quiera ir probando las etiquetas. En La Sacristía resulta importante que el amante del vino pueda conocer lo que compra, interesarse por ello y disfrutarlo, por sobre todo. De ahí nace la idea de la sala de catas, acondicionada para 18 lugares y en donde se pueden degustar y aprender sobre ellos.
Mauri deja una frase final: “Aquel que tiene curiosidad en el mundo del vino, termina queriendo los vinos de estas zonas, buscándolos y defendiéndolos”.
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