Por Alejandro Sciscioli

El pasado 11 de octubre nuestro portal cumplió su primer año de vida on line, un hito que bien podría resultar secundario para algunos, pero que para nosotros, el equipo que está sudando la gota gorda día a día desde el minuto cero, es motivo de alegría y orgullo muy especiales.
Pensamos muchas maneras de celebrar el acontecimiento y nos decidimos por apuntalar el festejo en dos aspectos, realizar sorteos de muy buenos vinos, gentileza de nuestros anunciantes, y también organizar una cata de vinos, como no podía ser de otro modo.
El sitio elegido donde realizar la cata fue Gambini Cocina Gourmet, el nuevo restaurante que mucho está dando que hablar entre los amantes de la buena mesa. Y allí nos dimos cita, el pasado 15 de octubre, el staff del portal, anunciantes y, por supuesto, lectores que accedieron sus lugares por sorteo.
Ni siquiera el diluvio que esa noche cayó minutos antes de la hora marcada para el inicio impidió que tuviésemos asistencia casi perfecta. Así, 20 personas nos sentamos a la mesa de Gambini para disfrutar de la hospitalidad de la casa y de 10 vinos blancos y rosados que, ya enfriados, nos aguardaban.

PRIMERO, LOS BLANCOS. Como ya es nuestra costumbre, nos decidimos por hacer la cata a ciegas y dejar en suspenso hasta el último segundo las etiquetas de los vinos degustados.
Un detalle no menor: en esta ocasión, en el orden de servicio se buscó poner alguna trampita para complicar un poquito el juego propuesto. Eso sí, como corresponde, primero aparecieron los blancos y luego los rosados.
Primeramente degustamos un vino chileno, el Santa Carolina Reservado Sauvignon Blanc, un producto que en las góndolas posee un precio bajo pero que fue bien valorado por todos. A la vista es de un color amarillo pajizo traslúcido, delicado y brillante. En nariz es expresivo y frutado, con suaves notas minerales, herbáceas y cítricas. Entra bien en boca y gusta por su suave acidez, aunque de verdad sorprende con unas notas cremosas y a miel que no son típicas de la cepa, pero que agradan al paladar. En retronasal se perciben notas a Moscatel.
Seguidamente pasamos a Argentina con el Terrazas de los Andes Reserva Torrontés, de color amarillo pajizo traslúcido, delicado y muy brillante. Llegó a las copas muy frío y, aún así, tiene una alta intensidad aromática, con un maravilloso perfume floral (jazmines), más unos excelentes toques cítricos, fruta amarilla, lichi y suaves notas minerales. En boca es fresco y presenta una rica acidez, es seco (aunque en nariz presagia cierto dulzor) y hasta se percibe una cierta cremosidad. Muy rico.
En tercer término volvimos a Chile y degustamos el Aresti Reserva Sauvignon Blanc, un vino diferente a lo que estamos acostumbrados a percibir en esta cepa. Su color es amarillo dorado y, en nariz, se detectan claras notas durazno, piña asada a la brasa, manzana y un toque a miel. En boca es meloso, con notas a duraznos en licor.
Y continuamos del otro lado de los Andes, ya que le llegó el turno al Ventisquero Queulat Sauvignon Blanc. A la vista presenta un color dorado suave y brillante, con ribetes verdosos. En nariz presenta notas vegetales (espárragos), herbáceas, cítricas y minerales. En boca tiene un buen equilibrio entre fruta y acidez y es suave, aunque elegante, con un delicado retrogusto a durazno y locote verde.
En quinto término llegó otro vino chileno, el Cousiño Macul Antiguas Reservas Chardonnay. De color amarillo dorado suave y brillante con destellos verdosos, en nariz es típicamente varietal, con notas cremosas (manteca y queso), melosas y a frutas blancas y amarillas en licor; incluso se perciben unos toques cítricos. En boca es equilibrado y estructurado, llenando la cavidad bucal, tiene rica acidez y un final agradable con notas a miel.
El último blanco en llegar a las copas fue el también chileno Marqués de Casa Concha Chardonnay, un vino de un muy atractivo color dorado brillante. En nariz es envolvente, cremoso, con notas a fruta amarilla madura, banana, flores amarillas, vainilla, notas ahumadas y toques a miel. En boca presenta buen volumen, llenándola muy bien; y en retronasal se perciben notas a durazno, crema, vainilla e, incluso, un perfume de marca premium (según describió uno de los asistentes, de sexo femenino). Sí, un gran vino.

LUEGO, LOS ROSADOS. El primer rosado en llegar a las copas fue el argentino Santa Julia Rosé, uno de mis rosados favoritos por su siempre ventajosa relación entre precio calidad. Su color es de un rosado intenso, muy atractivo y brillante. En nariz es frutilla pura, más cereza y toques a yogur. En la boca resulta fresco, con un retrogusto frutado y algunos toques lácteos.
El segundo rosado fue J. Bouchon Rosé, un vino que presenta un delicado color rosado suave. En nariz explota la fruta, con intensas notas a durazno y, especialmente, frutilla. Entra bien en boca, con una marcada acidez, y se perciben notas frutales e, incluso, herbáceas.
El noveno vino de la noche, también rosado, fue el argentino Familia Gascón Rosé, que gustó mucho a todos los asistentes. De un atractivo color rosado brillante, en nariz es muy interesante y fresco, con clarísimas notas a frutilla. En boca es delicado, algo cremoso, con buen equilibrio entre fruta y acidez. Muy rico.
Finalmente, el último vino de la noche fue el chileno Alliwen Reserva Rosé. De un atractivo color rosa pálido, en nariz es muy similar al anterior: fresco y con clarísimas notas a frutilla. Tiene una entrada suave en boca y pasa con buen volumen y estructura; es además muy fresco.

ESPERANDO EL QUINTO ENCUENTRO. Así, una vez más, habíamos llegado al fin de una nueva cata, la cuarta del año, en la que estábamos celebrando nuestro primer aniversario.
Y en la medida que los invitados iban retirándose, todos planteaban la misma pregunta: ¿cuándo será la próxima cata? La respuesta fue la misma en todos los casos: muy pronto, si Dios quiere.