Por Alejandro Sciscioli
Hace un buen tiempo publicamos en este portal la primera parte de un viaje soñado a Uruguay, concretado en el invierno del 2012, cuando conocimos muchos de los entrañables rincones que tiene Montevideo y sus zonas aledañas.
En esa primera entrega contamos los pormenores de una incursión a la Bodega Juanicó, adonde fuimos atendidos a cuerpo de rey y pudimos degustar lo mejor de la casa.
Y ahora, con bastante demora, arremetemos con la segunda y última parte del relato: una visita a la Bodega Bouza, un sitio muy hermoso que se encuentra a apenas 30 kilómetros de la capital charrúa.
Llegamos al sitio con un marco bien invernal, dominado por mucho frío y una pertinaz llovizna. Sin embargo, los detalles climáticos no hicieron mella en el espíritu del grupo, que se mantuvo siempre en alto.
Fuimos recibidos por Cristina Santoro, ejecutiva encargada de las operaciones de exportaciones y marketing, quien nos llevó a conocer los distintos espacios de la finca.
Así nos enteramos que esta bodega fue construida en 1942 por el visionario Numa Pesquera. Esta familia ya manejaba en ese entonces el concepto de “Vinos Finos”, una idea de vanguardia para Uruguay. En el 2001 la propiedad fue adquirida por la actual administración y, en el año 2002, el sitio fue restaurando manteniendo los conceptos originales.
La propiedad está dividida en dos predios, uno en Las Violetas (a unos 39 kilómetros del centro de Montevideo), y el otro en Melilla, al lado de la bodega.
El primero posee unas 12 hectáreas, donde hay viñas de Albariño, Chardonnay, Merlot, Tempranillo y Tannat. Unas 4 hectáreas de viñas tienen entre 20 y 40 años de edad, mientras que las 8 hectáreas restantes son viñas más jóvenes.
El viñedo de Melilla, en tanto, tiene aproximadamente 10 hectáreas de viñas de Albariño, Chardonnay, Merlot, Tempranillo y Tannat.
Pero eso no es todo, ya que la firma está en pleno proceso de ejecución de un nuevo proyecto en el Este del país, en las inmediaciones de Piriápolis (cerca de Punta del Este), donde en unas 6 hectáreas están experimentando con Riesling y Pinot Noir.
Luego pasamos a conocer las zonas de tanques de acero inoxidable, las salas de barricas y los sitios de estiba de botellas.
SIN LOCOMOTORA. Un punto interesante del trayecto fue encontrar un vagón de tren, totalmente restaurado, en medio de un amplio jardín, que tendrá un uso marketinero, según nos adelantó Cristina. Otro buen momento fue ingresar al salón donde la familia Bouza posee su colección de autos antiguos. Como niños, no pudimos evitar la tentación de recorrer y fotografiar todos y cada uno de los vehículos, perfectamente restaurados.
SENSACIONES EN EL PALADAR. Y luego, por fin, pasamos a conocer el restaurante de la bodega y a degustar sus vinos. Nos encontramos con un lugar encantador y muy bien ambientado, con un hogar encendido en la entrada y muchos toques en madera, que aportan calidez, más mucha luz natural.
Primero degustamos un Chardonnay 2011 que tiene un paso del 60% de su contenido por barrica francesa y, el resto, sin barrica. Lo percibí mantecoso, con buen equilibrio entre fruta y acidez. Luego el Merlot B9 Parcela Única 2010, con paso de 12 meses en barricas francesas de primer uso; tiene una gran nariz (con mucha fruta roja y notas a café) y una buena entrada en boca.
Seguimos con el Monte Vide Eu 2010, un blend de Tannat (60%), Merlot (20%) y Tempranillo (20%) que pasa entre 10 y 14 meses en barricas nuevas francesas y americanas; enamora con su color rojo profundo y brillante, cautiva su nariz intensa y compleja, con notas a mermeladas de frutos rojo, y seduce a fuerza de cuerpo, redondez, sedosidad y un largo y agradable final.
Finalizamos la degustación con Clásico Tannat 2010, un vino con 90 puntos Parker que tiene un paso de 14 meses en barricas americanas y francesas; posee un profundísimo color rojo carmín y una nariz muy intensa y compleja (con claras notas a fruta roja cocida, café, chocolate, vainilla y especias), mientras que en boca presenta un gran cuerpo, sedosidad y redondez.
¿La comida? Espléndida: ordenamos carne vacuna, de cordero y pescado. Todo llegó al tiempo, con puntos exactos de cocción, presentaciones muy artísticas y, lo más importante, sabores y texturas excepcionales.
Crónica de una visita a la Bodega Bouza
En el invierno del 2012 tuvimos oportunidad de conocer la casa uruguaya de vinos y de recorrer sus viñedos. Participamos además de una muy interesante cata y culminamos la experiencia con un fantástico almuerzo en el restaurante de la bodega.
Febrero 25, 2013