Por Alejandro Sciscioli
Bajo el título de Así inició el Wine Lovers Tour Chile 2015 narramos en este portal los primeros dos días del viaje organizado en conjunto por In Vino Veritas Club Privado y Parawine.com para conocer un total de 11 viñas en Chile, que se concretó entre el 12 y el 17 de mayo pasados.
En ese material se comentó la llegada a Santiago, la primera degustación (que se dio en el bus, ni bien aterrizamos) y todos los detalles del día siguiente, que incluyó los recorridos a las viñas Santa Cruz, Santa Helena y Montgras, donde también cenamos a cuerpo de rey.
El jueves 14 de mayo iniciábamos el tercer día, con una agenda tan apretada como la del día anterior, que preveía la visita a tres bodegas, más un almuerzo que pintaba muy bien (y que luego terminó enamorando a todos).
VIÑA VIU MANENT. La primera etapa del día se concretó con la llegada a Viña Viu Manent, donde nos encontramos con el bello detalle de que la bandera de Paraguay estaba flameando junto a la chilena, como muestra de amistad hacia nuestro país. Por supuesto que todos quedamos encantados.
Nadia, nuestra guía designada, rápidamente nos llevó a una suerte de museo donde se concentra la historia del lugar. Propiedad de la familia Viu, la viña se formó el año 1935, cuando Miguel Viu García (inmigrante Catalán) y sus dos hijos Agustín y Miguel Viu Manent fundan Bodegas Viu en Santiago de Chile, dedicándose al comercio y envasado de vinos para el mercado local.
En 1966, Miguel Viu Manent soñaba con hacer sus propios vinos, lo cual se materializó al adquirir la Hacienda San Carlos de Cunaco en Colchagua. Este antiguo y tradicional viñedo, contaba con 150 hectáreas de antiguos y nobles viñedos franceses pre filoxéricos, además de su bodega y casa patronal. Hoy, con 80 años de vida, esta casa de vinos produce excelentes embajadores enológicos de Chile, entre ellos el famoso Viu 1, un Malbec excepcional.
Y claro, como no podía ser de otro modo, rápidamente pasamos a la degustación. 
Primero degustamos el Viu Manent Estate Collection Reserva Sauvignon Blanc 2014, un vino elaborado con uvas provenientes de dos zonas de Colchagua, amable en nariz y muy fresco en boca. Luego vino el Viu Manent Estate Collection Reserva Merlot 2013 (blend compuesto por Merlot 89%, Syrah 5%, Cabernet Sauvignon 4% y Tempranillo 2), seductor en nariz con muchas notas fruta roja, mientras que en boca resulta fresco y fácil de beber. En tercer término degustamos Viu Manent Secreto Pinot Noir 2013 que, como su nombre lo indica, tiene algo no declarado: en este caso se trata del 15% de su mezcla (el 85% restante es Pinot Noir); nos gustó a todos: de nariz muy frutada y algo floral, en boca resulta fresco, con un final muy rico en el que destacan recuerdos a chocolate. 
El cuarto vino en llegar a las copas fue Viu Manent Gran Reserva Malbec 2013,  que en nariz resulta frutado y algo balsámico, mientras que en boca destaca su buena acidez. Luego llegó La Capilla Single Vineyard Cabernet Sauvignon 2012, complejo y muy rico en nariz y con una boca de final largo con recuerdos a chocolate.
El final a toda orquesta llegó con El Incidente Carmenere 2011, un blend 90% con la cepa insignia chilena, más 7% de Malbec y 3% de Petit Verdot. Es muy equilibrado. Enamora por su excelente nariz, frutada y especiada, y su boca redonda, de muy buen cuerpo y larguísimo final.
VIÑA VENTISQUERO. Este cronista, veterano en la sacrificada actividad de recorrer bodegas y viñedos, debe reconocer que pocas veces fue tan bien atendido como en la etapa de Ventisquero. En todas las viñas que el grupo puso un pie, los mimos y atenciones especiales estuvieron a la orden, pero no hay palabras para expresar lo superlativo de este momento en el viaje.
Cerca del mediodía llegamos a al Fundo La Roblería, que está en la zona de Apalta, siempre en Colchagua, por supuesto.
Fuimos recibidos por un viejo conocido de Parawine, el enólogo Ángel Marchant, quien nos guió por un sinuoso camino que subía un cerro en el cual había viñas plantadas en terrazas. Las mismas que aportan sus uvas nada menos que al excelente Pangea, un Syrah que luego tuvimos el honor de degustar.
Llegamos a un sitio de ensueño denominado “El Mirador de Apalta”, una casa con grandes ventanales desde los cuales se pueden ver los viñedos de esa finca, en la cual también están los cuarteles con los que se elabora Vértice, otro enorme vino que también disfrutamos.
Y claro, sin perder tiempo pasamos a la degustación de 9 vinos especialmente seleccionados por Ángel para el grupo que los visitaba desde Paraguay.
Las descripciones serán breves, debido a que no quiero extenderme. Sí diré que todos los vinos degustados son muy buenos y que dejan en alto el nombre de esta viña.
En orden de llegada, tuvimos oportunidad de catar: Ventisquero Queulat Sauvignon Blanc 2014, de nariz intensa, cítrica y mineral y con una boca muy fresca; Ventisquero Queulat Carmenere 2012, expresivo y fácil de tomar; Ventisquero Queulat Cabernet Sauvignon 2012, muy frutado y de boca amable; Ventisquero Grey Carmenere 2012, con la madera más presente, muy bien integrada; Ventisquero Grey Syrah 2012, complejo en nariz y fresco en boca; Ventisquero Grey Cabernet Sauvignon 2012, frutado en nariz y de buenos cuerpo y estructura en boca.
Un párrafo especial se merecen los fantásticos íconos de la viña: Ventisquero Vértice 2011 (blend de Carmenere y Syrah que es puro equilibrio y que tiene la madera y la fruta muy bien integradas), Ventisquero Pangea 2011 (un Syrah sobre el que puedo estar escribiendo días y días) y Ventisquero Enclave 2011 (este último elaborado con uvas provenientes de la zona más alta de Maipo, elegante y delicioso). Tres VINAZOS, con mayúsculas.
Terminada la cata disfrutamos de un fantástico aperitivo, y luego, de un almuerzo pensado para dejarnos extrañando su cocina.
Pero claro, la agenda tenía prevista una etapa más, y hacia allí nos dirigimos raudamente, para cerrar otro día a puro vino.
VIÑA LAPOSTOLLE. Otro lugar precioso, construido en la ladera de un cerro. Tal aspecto edilicio permite a la viña trabajar con gravedad y así evitar manipulaciones innecesarias de la uva, del mosto y de los vinos. 
Se trata de un edificio con un bello diseño, que fue muy apreciado por las dos arquitectas del Tour, que cuenta con 2.000 metros cuadrados construidos en seis pisos.
Ingresamos en la parte más alta, es decir el sexto piso, donde reciben las uvas cada vendimia. Allí  nos aguardaban Kendy Silverio, ejecutivo comercial encargado de atender el mercado latinoamericano, y Diego Urra, enólogo asistente.
En la bodega en la cual nos encontrábamos solamente procesan las uvas tintas con las cuales elaboran el excelente Clos Apalta, ícono de la viña. “En otra bodega elaboramos las demás líneas”, explicó el enólogo.
Solamente se trabaja allí a mano: se seleccionan los mejores racimos primero y, luego, las mejores uvas. “Incluso el despalillado lo realizamos a mano”, apuntó Urra. Con semejantes precauciones se entiende la calidad del vino.
Las uvas son llevadas directamente a los tanques de acero inoxidable, sin prensar. ¿Cómo rompen entonces los granos para generar el mosto? En la medida que caen las uvas a las cubas comienzan a romperse y, luego, siguen con pisoneos y remontajes.
Pero cuidado: solamente hacen maceración pre fermentativa en las cubas de acero inoxidable; posteriormente el mosto (con hollejos y todo) pasa a barricas de roble para fermentar.
Recorrimos cada uno de los niveles del edificio, resultando la parte más espectacular los dos últimos: una enorme sala de barricas con forma ovoidal, desde la cual se accede a la cava donde estiban las botellas de Clos Apalta y Cuveé Alexander. Bellísimos sitios pensados para que reposen vinos que están a la atura de tan esmerado diseño.
Degustamos, primero, Casa Sauvignon Blanc 2014, que tiene un corte de 3% de Semillón. De nariz muy intensa y agradable, en boca sorprende por su volumen y untuosidad. Luego nos enamoramos de Le Rosé 2014, un rosado de Syrah, Carmenre y Cabernet Franc que es puro frescor en boca.
En tercer término nos enamoramos de Cuveé Alexander Merlot 2012, que sorprende en boca por su cuerpo y estructura, algo inusual en los Merlot del Nuevo Mundo vitivinícola.
El broche de oro fue el siempre estupendo Clos Apalta, en este caso de la cosecha 2011. Podría hablar muchísimo de este vino mayormente compuesto de Carmenere, complementado con Cabernet Sauvignon y Merlot. En honor a la brevedad diré simplemente: me enamoré.
Así culminamos otra jornada en la cual degustamos 19 vinos, conocimos tres viñas, comimos de modo estupendo, nos mimaron hasta lo inimaginable y nos maravillamos por las distintas maneras de ver el vino que tienen las viñas visitadas. Discrepancias en algunos casos profundas, pero interesantes, porque a pesar de ellas todos sacan al mercado vinos que los wine lovers agradecemos y aplaudimos.
Al día siguiente debíamos partir hacia Santiago, por lo que nos despedimos de Colchagua del mejor modo.
Este relato, ¡continuará!
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N. de la R. Para ver todas las fotos del tercer día de viaje, CLIC ACÁ
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