Por Alejandro Sciscioli
Hace una semana exactamente compartíamos la primera crónica de un viaje que tuve el placer de compartir en noviembre último junto a un grupo de Paraguay compuesto por referentes del sector minorista y gastronómico en la comercialización de vinos, en el cual conocimos las bodegas representadas por la importadora Frutos de los Andes.
En ese texto fueron compartidas vivencias de las visitas a tres maravillosas bodegas de Mendoza, Argentina (Benegas, Altos Las Hormigas y Tikal de Ernesto Catena), y en el remate del mismo se prometía una segunda entrega, que se detalla a continuación.
Hasta ese momento el viaje era perfecto. En cada etapa nos hicieron sentir especiales y nos consintieron de maneras imposibles de creer. Y lo mejor era que apenas estábamos empezando a recibir mimos.
DEL VALLE DE UCO A LUJÁN DE CUYO. Durante la primera etapa de la jornada tuvimos con anfitriones de lujo a parte del equipo profesional de Catena Zapata. Iniciamos el viaje temprano, ya que debíamos realizar el largo viaje de aproximadamente 150 kilómetros hasta el mítico Viñedo Adrianna, mencionado por mucha gente como el Grand Cru de Sudamérica, en Gualtallary, Valle de Uco.
Allí nos aguardaba Federico, del equipo agronómico de la bodega, quien nos llevó por los cuarteles de donde nacen los súper Chardonnay conocidos como White Bones y White Stones, así como los increíbles Malbec de parcela Mundus Bacilus Terrae, Fortuna Terrae y River Stones. Vimos cada perfil de suelo, tremendamente heterogéneo, en pozos conocidos como calicatas. Y, lo mejor de todo, fue catar cada etiqueta al costado del viñedo.
Los Malbec resultaron tremendamente particulares, destacándose por su frescor y unos aromas a fruta fresca que enamoran. Enormes vinazos. Pero a pesar de ello morí de placer al degustar los Chardonnay: complejos, muy minerales, distintos entre sí pero emparentados por una acidez que te obliga a beber una y otra y otra vez, hasta que la copa se termina. MARAVILLOSOS (así, con mayúsculas).
Podría quedarme escribiendo maravillas sobre el entorno y el increíble trabajo agronómico que se hace en finca, pero en honor a la brevedad pasaré a la segunda parte de la experiencia: retorno a las cercanías de la capital provincial y visita a Agrelo, Luján de Cuyo, donde se encuentra la famosa bodega de Catena Zapata, donde todo es todo originalidad. Inspirada en la arquitectura maya y con forma de pirámide se ha transformado en una postal fundamental de Mendoza y sus cada vez más renombrados vinos.
Me tocó conocer esta bodega allá por 2004, cuando tuve el honor de ser parte de la comitiva de periodistas latinoamericanos que participó del tour anual organizado por Wines of Argentina. Luego volví a visitarle el año pasado, acompañando el Mendoza Wine Lovers Tour 2016 que organizaron en conjunto In Vino Veritas Club y Parawine.com. En esta tercera oportunidad, la experiencia fue igualmente superlativa.
Allí realizamos la recorrida de rigor, incluyendo la imponente sala de barricas semicircular, para pasar luego a una sala de catas donde Ernesto “Nesti” Bajda, enólogo que trabaja palmo a palmo con el aclamado Alejandro Vigil, nos guió en una “Experiencia Blending Angelica Zapata” Malbec.
En pocas palabras: si bien la etiqueta es 100% Malbec, se trata de un ensamblaje de viñedos, por lo que cada viajero formuló el Angélica de su preferencia y, posteriormente, ¡la gente de la bodega preparó el ensamblaje, lo embotelló y entregó la botella como obsequio donde la etiqueta tiene el nombre del creador!
Finalmente llegó el momento del almuerzo en el magnífico salón del primer piso, donde disfrutamos de los maravillosos Angelica Zapata Chardonnay 2014, DV Catena Malbec Grenache 2015 y Nicolás Catena Zapata 2013.
Terminada la velada volvimos al hotel para descansar un rato y prepararnos para ir a cenar a la cada vez más famosa Casa Vigil, restaurante y sede de Bodega Aleanna, donde se elaboran los no menos famosos vinos de El Enemigo.
UNA DIVINA COMEDIA EN CHACHINGO. Cuando un mendocino quería decir que algo estaba muy lejos solía decir que ese sitio estaba “en la loma de Chachingo”. Y precisamente fue en Chachingo, Maipú, donde el creativo enólogo Alejandro Vigil y su familia se asentaron.
Como anécdota adicional se puede mencionar que, para que no haya dudas, en el predio de Casa Vigil se hizo un montículo de tierra con el que la famosa “loma de Chachingo” fue oficializada.
Cierta vez, conversando con Adrianna Catena, hija menor de Nicolás Catena, el patriarca de la famosa bodega, surgió la idea de que ambos realizaran un proyecto conjunto. Así, de los nombres de Alejandro y Adrianna nació Aleanna, que elabora los vinos El Enemigo y Gran Enemigo.
Y teniendo en cuenta que Vigil es un enamorado de la Divina Comedia, la inmortal obra de Dante Alighieri sirvió de inspiración para que el proyecto tome forma definitiva.
La búsqueda de un sitio donde instalar la bodega no fue problema. Los vinos fueron ganando fama y, junto con ella, fue creciendo también la necesidad de montar un restaurante en el mismo sitio.
DEL INFIERNO AL PARAÍSO. Llegamos a Chachingo a la hora señalada. Allí fuimos recibidos por dos anfitrionas de lujo, Mariana y Constanza, quienes nos acompañaron en todo momento y nos explicaron con lujo de detalle todo lo que preguntamos sobre este bello proyecto hecho realidad.
Primeramente, el visitante accede al predio por el estacionamiento. Ya en el sitio, un camino que se abre paso por amplio jardín lleva al recién llegado hacia el restaurante / bodega, donde se observan varios espacios en los cuales los comensales son ubicados. También invitan al relax distintos juegos de sillones estratégicamente ubicados en el exterior, donde largas tertulias vineras tienen lugar.
Y ya que hablamos de los diversos espacios hay que destacar la enorme importancia que se da al arte en el sitio, con cuadros y esculturas de artistas locales en exhibición permanente.
Bajamos a un subsuelo, “vigilados” por una figura alada y enmascarada colgando al pie de la escalera. “Es el ángel que custodia la entrada al Infierno, los invitamos a bajar”. Y hacia allí fuimos, peldaño a peldaño.
En ese averno hay nuevamente más espacios, en los cuales es posible ver el muy pedregoso perfil de suelo de esa zona de Maipú, muchas más obras de arte y se accede a unas pocas barricas que tienen una función que va más allá de lo decorativo: tienen vino en plena crianza.
Luego de la visita al infierno enológico pasamos a un salón equivalente al paraíso de los wine lovers, donde probamos casi toda la gama de vinos que la bodega elabora y comimos unos maravillosos platos elaborados por el chef ejecutivo Federico Pettit.
¿Los vinos? Verdaderos poemas que necesitan la paciencia de quien los va descubriendo. El orden fue el siguiente: El Eenemigo Chardonnay 2014, El Enemigo Malbec 2014, El Enemigo Cabernet Franc 2014, El Enemigo Bonarda Single Vineyard la Esperanza 2014, Gran Enemigo Blend 2012, Gran Enemigo Agrelo Cabernet Franc 2013, Gran Enemigo Chacayes Cabernet Franc 2013, Gran Enemigo El Cepillo Cabernet Franc 2013 y gran Enemigo Cabernet Franc Gualtallary 2013. Por caradura tuve oportunidad de un “bonus track” en la copa: pedí y pude disfrutar de El Enemigo Bonarda 2014.
Solo diré dos palabras: impresionantes vinos.
El punto culminante fue cuando el propio Vigil hizo su aparición para saludar al grupo de Paraguay, y como corresponde, todos aprovechamos el momento para sacarnos la foto de rigor con el “enólogo rock star”.
Al final de la velada era imposible comer o beber algo más. La hora pasaba y era necesario emprender el retorno, pero la magia del sitio era tan especial que nadie quería subirse al transporte. Finalmente no quedó más remedio que despedirnos y prometer un pronto retorno. Es que ese infierno dantesco resultó tremendamente encantador.
La próxima semana, en una tercera entrega, contaremos nuestras impresiones sobre la etapa final del maravilloso viaje organizado por Frutos de los Andes.
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