Por Christian Mezger (*)
No era un lunes cualquiera. Apenas pasaban las 20.20 de la fecha indicada y un nutrido grupo de curiosos apasionados estábamos presentes, sentados a las mesas del restaurante Le Sommelier, esperando diez minutos antes de la hora marcada para escuchar el taller de Saint Emilion Grand Cru que sería dictado por el gran maestro Oliver Gayet, uno de los grandes impulsores de la cultura del vino en Paraguay.
Y no era para menos. Todos estábamos ansiosos luego del rotundo éxito de la semana anterior, cuando Oliver había desarrollado el taller de vinos de la AOC Saint Julien (ubicada en el Medoc, popularmente conocida como una de las AOC de la margen izquierda del Gironda, en Bordeaux), que se caracteriza por su buenos, finos y deliciosos vinos a base de Cabernet Sauvignon.
Pocas veces podemos vivir este tipo de experiencias en nuestro país. Por ello, muy felices y curiosos nos disponíamos a descubrir los secretos de esta AOC maravillosa de la margen derecha del Gironda, AOC Saint Emilion, caracterizada por la producción de la cepa Merlot en su más fina expresión y complejidad, muy diferente de sus hermanas del nuevo mundo, teniendo como muy buenas actrices secundarias a la cepa Cabernet Franc, que participa en un menor porcentaje, aportando tanicidad y cuerpo a estos deliciosos assamblage y la Cabernet Sauvignon, con una expresión un poco diferente a los de la margen izquierda.
INTRODUCCIÓN. La pequeña ciudad de Saint Emilion se sitúa a tan solo 35 kilómetros de Burdeos, entre Libourne y Castillon-la-Bataille, con una altitud media de 23 metros sobre el nivel del mar. Fue declarada patrimonio de la humanidad y ostenta fascinantes iglesias románticas y ruinas, con calles estrechas e inclinadas. Los romanos plantaron viñedos allí, en lo que se convertiría con el tiempo en Saint-Émilion ya en el siglo II a. C.
La región es mucho más pequeña que el Médoc y queda junto a la también famosa y prestigiosa AOC Pomerol. Como en Pomerol y las otras denominaciones de la orilla derecha de la Gironda, las principales variedades vitíferas usadas son Merlot y Cabernet Franc, utilizándose también cantidades relativamente pequeñas de Cabernet Sauvignon en algunos châteaux. Recordemos que en esta región se encuentran en Château Ausone y el famosísimo Château Cheval Blanc, dos Premiers grands crus clases provenientes de esta región.
Vale destacar que existen dos Denominaciones de Origen Controlada (AOC por su sigla en francés): la Saint-Émilion y la Saint-Émilion Grand Cru. Entonces, se instaura una clasificación que permite a los vinos con DOC Grand Cru distinguirse como Grand Cru Classé, 1er Grand Cru Classé B o 1er Grand Cru Classé A. Se revisa esta Clasificación a cada 10 años.
La región se caracteriza por un clima más del tipo continental, con casi nula influencia marítima, con veranos tórridos e inviernos fríos. El suelo principalmente se caracteriza por ser del tipo arcilloso, con caliza, no presentando mucha altura, predominando el llano, excelente para la plantación del Merlot.
La degustación comenzó nada menos que con un mágnum Chateau Haut-Piquat Lussac Saint-Emilion 2004 seguido por Clos Des Menuts Saint-Emilion 2006, dos vinos que sorprendieron mucho por su fineza, complejidad y sedosidad, mezclando aromas tenues a frutos rojos, terrosos y un bouquet muy interesante aportado por sus 18 meses de crianza en barricas de roble, obviamente francés. Vinos fáciles de tomar, ligeros y en mi opinión muy gastronómicos. El primero con 80% Merlot, 15% Cabernet Sauvignon y 5% Cabernet Franc; el segundo, 85% Merlot, Cabernet Sauvignon y 5% Cabernet Franc.
La segunda selección, ya con vinos más jóvenes y potentes, afrutados y de mayor tanicidad y acidez, impresionaron como frutos de una vinificación más moderna, no tan apegadas a las tradiciones de la región. Al degustarlos invitan a acompañarlos con alguna carne para su maridaje, que en mi caso lo realicé con una tapa de cordero con papines. En principio pensé tal armonización sobrepasaría al vino, pero al final quedó de maravillas: comida y vino se integraron en este juego de sabores y sensaciones.
¿Qué vinos llegaron a las copas? Monbousquet Saint-Emilion 2013 (ensamblaje de 60% Merlot, 30% Cabernet Franc y 10% Cabernet Sauvignon) y Chateau La Fleur Saint-Emilion 2013 (blend de 92% Merlot y 8% Cabernet Franc). El primero impresionó por su evolución en copa, presentando aromas a café y regaliz, con una tanicidad en boca impresionante que nos invitaba a dejarlo en guarda por lo menos diez años más: seguramente evolucionará majestuosamente. El segundo, en tanto, es muy equilibrado y sedoso, de tanicidad media.
Por último, nos tocó experimentar un vino de una pequeña bodega del cual teníamos muy poca información, Chateau Haunt-Plantey Saint Emilion 2011, que impactó por su fineza en boca y complejidad en aromas.
Terminamos todos los asistentes muy bien impresionados por esta experiencia. Degustamos fabulosos vinos, representativos de su terroir específico. Y así nos despedimos, esperando por algún próximo taller que nos permita seguir experimentando y creciendo en este apasionante mundo del vino.
(*) El autor es estudiante de la carrera de Sommelierie que se dicta en el Centro Garofalo. Recibirá su título en noviembre próximo.
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