Por Alejandro Sciscioli
Los buenos amigos del vino muchas veces nos sorprenden por su maravillosa generosidad. En algunas oportunidades esos gestos se traducen en un regalo con forma de botella tras un viaje. También en convites para vivir inolvidables veladas en sus hogares. Y en otros momentos esas actitudes desinteresadas se convierten en imperdibles invitaciones para participar de encuentros de alto vuelo.
El motivo de este relato tiene que ver, justamente, con una invitación realizada por la conocedora, blogger y periodista gastronómica Gabriela Fines, quien con un preciso mensaje que decía “Ale, ¿qué tenés que hacer este martes? Quiero invitarte a una cata vertical de Don Melchor”, me abrió las puertas de un encuentro que terminó siendo una velada fantástica.
En este caso puntual, el convite valió triple ya que “GabiFi” sacó de su propia cava tres botellas del fantástico vino elaborado por Viña Concha y Toro, específicamente de las añadas 2008, 2009 y 2010.
La cita se concretó el día martes 21 de abril en el cada vez más bello restaurante Uva Terra. A la mesa se sentó un agradable grupo compuesto por la propia Gabi (responsable de la convocatoria), Liv Ljunggren (anfitriona), Claudia Adorno (titular de In Vino Veritas Club Privado), Luis “Rulo” Duarte, Roger Sordé y este servidor.
Y mientras picábamos cosas muy ricas nos dedicamos a “tomar el pulso” a estos tres grandes vinos.
Un detalle interesante es que las tres añadas están elaboradas casi íntegramente de Cabernet Sauvignon, más un toque de Cabernet Franc. La relación de mezcla en las cosechas 2008 y 2010 es 97% Cabernet Sauvignon y 3% Cabernet Franc, mientras que en la restante hay una mínima variación: 96% Cabernet Sauvignon y 4% Cabernet Franc. Eso sí, en los tres casos la crianza ha sido de 15 meses en barricas francesas.
Como las condiciones de guarda en la cava de Gabriela Fines son óptimas, nos encontramos ante tres vinos sin defectos ocasionados por la estiba. Excelentes, claro está: complejos, bien estructurados, frescos, elegantes, con buen cuerpo. No tiene sentido que me esmere demasiado explicando productos de veras superlativos.
Sin embargo, hubo matices que hicieron distintas a cada una de las tres añadas. En ese tren de comparaciones, perdió la pulseada el 2009, tal vez el menos redondo y expresivo de los tres. Pero cuidado, repito que estoy hablando de ligeros matices, pues si lo bebiera solo estaría hoy escribiendo maravillas sobre un gran embajador enológico de Chile.
Tras mucho comparar, mi favorito fue el 2010, debido a que fue el que me obsequió la nariz más compleja y el mejor final en boca.