Por Alejandro Sciscioli
“El desafío Sauvignon Blanc”. Con ese nombre presentó In Vino Veritas Club Privado a su primer Wine O’Clock del año. Y como buen socio que soy, de ninguna manera podía perderme el reto de probar 6 diferentes etiquetas de esta maravillosa cepa blanca, cuatro de ellas chilenas, una argentina y, la restante, neozelandesa.
La cita se desarrolló en el restaurante peruano Dos Mares, que se destaca por su muy buena propuesta gastronómica y que en esta oportunidad se vio colmado de asistentes ansiosos de participar en el desafío. Entre ellos quisiera destacar a Daniel Román Ayala, el sommelier paraguayo residente en España y colaborador de esta página, que estuvo de visita en el país durante una temporada para atender temas familiares.
Al armar la propuesta de etiquetas los referentes del Club se plantearon buscar referencias que estén en un mismo rango de precio, y de ese modo se llegó al listado final. Primero fueron presentados los vinos, que fueron catados. Y finalmente se sirvió una opípara seguidilla de finger foods y platos degustación que, siendo brutalmente sincero, colmó con creces todas mis expectativas de sabores y me dejó con la panza excesivamente llena (y con el corazón muy contento).
Pero, ¿qué llegó a las copas?
ACONCAGUA COSTA SAUVIGNON BLANC 2015. Un vino que en verdad no me canso de probar. Es elaborado con uvas cultivadas en regiones costeras del valle chileno de Aconcagua. En su nariz intensa pero elegante se destacan aromas herbáceos (pasto y ruda) y algo cítricos. En boca es seco, de acidez alta y buen frescor. Sin duda, un vino que siempre disfruto tener en la copa.
SANTA CAROLINA SPECIALTIES SAUVIGNON BLANC 2015. Me tocó conocer esta etiqueta allá por 2009, en una visita a la bodega. En aquel momento me enamoró ya en primera nariz, y aún sigo sintiendo gran placer cada vez que lo pruebo. Es elaborado con uvas cultivadas en el valle costero de San Antonio (que se encuentro dentro de la Región de Aconcagua). Su nariz es intensa, y en ella se destacan aromas herbáceos (especialmente pimiento verde), cítricos (pomelo) y salinos. En boca es seco, de acidez alta y buen frescor. Un detalle a destacar: en la medida que pasan las cosechas de esta etiqueta, lo percibo menos explosivo y más elegante.
RUTINI SAUVIGNON BLANC 2016. Siempre pensé que este es uno de los mejores Sauvignon Blanc de Argentina, y sigo creyéndolo. Si tuviera que utilizar dos palabras para califcarlo, diría que es “pura elegancia”. En nariz presenta una intensidad media, con aromas cítricos y florales, mientras que en boca sorprende por tener más cuerpo que sus compañeros y buen volumen (llena bien la boca), más una acidez larga y muy fresca. Un porcentaje de este vino tiene una cierta crianza en madera, lo que explica esa textura cremosa que lo destaca. En verdad, ¡muy rico!
MATUA SAUVIGNON BLANC 2015. Otro vino blanco que me encanta probar y probar. Es elaborado con uvas cultivadas en la región costera de Marlborough (que está en el extremo norte de la isla sur de Nueva Zelanda). En su nariz muy intensa surgen aromas herbáceos (algo de espárrago) y cítricos. En boca enamora por su acidez chispeante y muy jugosa: te deja salivando por un buen rato. Un vino especial para beber bien fresco.
ARESTI TRISQUEL SAUVIGNON BLANC 2014. Esta etiqueta fue mencionada varias veces en Parawine, y ello no es casualidad: se trata de un muy buen Sauvignon Blanc que expresa todo lo bueno que los climas costeros pueden aportar a la variedad. Es elaborado con uvas cultivadas en el valle chileno de Leyda, muy cercano al también costero San Antonio. En nariz es intenso, y en ella sobresalen muy claramente aromas a espárragos, más notas a pimiento verde e hinojo. En boca se percibe una excelente acidez que resulta muy jugosa. Para disfrutarlo una y otra vez.
UNDURRAGA TH SAUVIGNON BLANC 2015. Elaborado con uvas cultivadas también en Leyda, este vino tiene en nariz un perfil más frutal que herbáceo, y se perciben ricas notas a damasco y, muy claramente, los aromas a pis de gato que en ocasiones afloran en los vinos de esta variedad. En boca resulta muy fresco y leve.
¿Y EL DESAFÍO? A esta altura del texto el lector se preguntará cuál fue el desafío. Claramente no había ningún reto para las etiquetas y los asistentes. En realidad al desafío se lo habían autoimpuesto los referentes de In Vino Veritas, quienes no sabían la respuesta de público que tendría la iniciativa (vale recordar la amplia predilección de los wine lovers paraguayos por los vinos tintos).
En todo caso puede decirse que la prueba fue superada, ya que, tal como mencionamos al inicio del texto, los asistentes colmaron la planta baja del restaurante.
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