Por Alejandro Sciscioli

Era el mediodía de un muy caluroso domingo de diciembre. Nos habíamos reunido en la casa de un amigo muy querido, conocido como el “Amici”, quien había lanzado una convocatoria con motivo de su cumpleaños, nada menos. Así fue que me dirigí al domicilio indicado, exactamente después de la casi religiosa visita dominical a Radio Urbana FM, donde hablo sobre el noble fruto de la vid con el también apasionado vinero Sargus Pérez.

En la parrilla había delicias varias y a la mesa iban llegan llegando finger foods frías. Y claro, también diversas etiquetas saludaban a los invitados desde las champañeras, tentándolos para un autoservicio más que necesario teniendo en cuenta la alta temperatura ambiente.

Así, entre la gran variedad de vinos blancos y rosados de diversas procedencias, una etiqueta me llamó la atención porque había tenido la oportunidad de probarla unos pocos días antes, durante la BRExpo (exposición de vinos blancos, rosados y espumantes)

Me refiero a TerraNoble Reserva Chardonnay, de la cosecha 2013. Como el wine lover moderno que creo ser, primero tomé la botella, la fotografié y la guardé en una base de datos, para luego servirme una generosa copa esperando encontrar nuevamente las buenas características que había percibido en los días anteriores.

EN LA COPA. Se trata de un vino 100% Chardonnay elaborado con uvas cultivadas en el Valle de Casablanca, región chilena de clima frío que sobresale por sus muy buenos blancos y Pinot Noir. El 20% del vino es criado en barricas francesas y americanas.

Entonces, ¿con qué me encontré? Con un vino, repito, interesante. A la vista se observa un color dorado suave, brillante. En nariz presenta claramente notas frutales (principalmente cítricos y algo de piña y durazno), más un muy suave recuerdo a manteca y vainilla. En boca se desataca por ser fresco, de buen cuerpo y volumen, aunque muy fácil de beber, dejando una agradable persistencia de sabores.

En silencio capturé un platito de quesos y me dediqué a disfrutar de la armonización, que nunca falla, escuchando la alegre música ambiente y disfrutando del bullicio que causaba el grupo de amigos que un par de horas después terminó chapoteando en la pileta. Pero claro, ese ya es otro tema.

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