Por Alejandra Gavigán
La historia de Viña Luis Felipe Edwards se remonta a 1976, cuando Luis Felipe Edwards Sr. compró la finca San José de Puquillay, ubicada en el Valle de Colchagua, una región vitivinícola de primer nivel en Chile. La finca se encuentra en un valle aislado en forma de herradura.
En ese momento, se plantaron 60 hectáreas de viñedos que consisten principalmente en Cabernet Sauvignon, Malbec, Carmenère y Merlot. A principios de los años noventa, Luis Felipe decidió hacer vino con su propio nombre y así construyó una bodega moderna equipada con tecnología de última generación. La primera añada, Luis Felipe Edwards Cabernet Sauvignon 1994, se lanzó al mercado internacional a fines de 1995 y se sigue bebiendo bien hasta nuestros días, un testimonio del nivel de calidad de los vinos LFE desde el primer día.
La bodega ha crecido hasta convertirse en la compañía de vinos más grande de propiedad y gestión familiar en Chile, con 1850 hectáreas de viñedos y exportación a más de 100 países. Dos generaciones participan activamente para mantener a la marca como sinónimo de calidad y valores familiares tradicionales.
La finca original en Puquillay se ha transformado en una instalación de producción moderna, donde tienen lugar todas las actividades de vinificación y embotellado. Las plantaciones originales de 60 hectáreas han aumentado a casi 400 hectáreas y se extienden hasta alturas de 900 metros sobre el nivel del mar, las plantaciones de viñedos más altas de Colchagua. LFE también adquirió y plantó viñedos en los valles de Leyda y Maule, así como en la costa del Valle de Colchagua.
Estos vinos han sido galardonados con trofeos y medallas de algunas de las competiciones más prestigiosas del mundo, y la bodega fue reconocida como "Productora del Año del Nuevo Mundo" por Sommelier Wine Awards (2016) y "Productora chilena del año" por el International Competition Wine and Spirits (IWSC) (2012) y AWC Vienna International Wine Challenge (2012, 2013, 2014).
EL RELANZAMIENTO DE UNA LÍNEA DESTACADA. Eugenio Echeverría, director de ventas del viñedo, llegó recientemente al país para presentar en el relanzamiento de la marca seis botellas que ya se encuentran en Paraguay. Acompañados de una mesa de quesos y jamones del Chanchito Rico, comenzamos la cata que se realizó en la Bodega Boutique con un delicioso Carmenère Reserva 2017, de color rojo rubí con matices violeta, este vino tiene aromas levemente vegetales, en boca se presenta como un vino intenso, de peso medio y largo final, además de sentirse un poco especiado.
Pasamos al segundo vino, de la misma línea pero Cabernet Sauvignon. Este vino presenta un color rojo profundo e intenso. En nariz es potente, caracterizado por notas de fruta roja como cereza madura y frutilla con toques suaves de chocolate negro, y notas dulces ahumadas del envejecimiento con roble francés y americano. En el paladar destacan taninos maduros y sedosos, y una persistencia muy agradable.
El tercer vino de la noche fue un vino de la Selección de Familia Gran Reserva, un Merlot de hermoso color violáceo de gran intensidad y brillo. En la nariz el vino presenta aromas de frutos rojos maduros, toques florales, café con leche y madera. En la boca el vino muestra cuerpo medio, buena acidez y taninos marcados y presentes, pero de buena calidad. El final era de media y sabrosa duración.
Luego de este delicioso vino, pasamos a lo que es el Carmenère Gran Reserva 2016. Un rojo franco, aromas a cerezas negras, casis maduro, pimienta negra, maderas tostadas, especias dulces, muy aromático. En boca es agradable, de taninos dulces, suaves, mucha fruta negra madura, además de las especias. Un vino cálido y de estructura increíble.
Creímos terminar la noche con un Cabernet Sauvignon Gran Reserva, que tenía entre 10 y 12 meses en barricas de roble francés y americano. Este vino muestra las ciruelas y los cassis escoltados por típicas notas de hierbas y especias, además de toques florales, tostados y de chocolate. Es fácil de beber, tiene acidez refrescante, taninos de gran textura y final lleno y persistente, con toques de cedro y vainilla.
Pero en realidad para terminar la velada, a pedido del público, fue abierta la botella más top de la finca, Doña Bernarda, basada en Cabernet Sauvignon y complementada con Syrah, Carmenere, Petit Verdot y otras cedpas. Presenta un color rojo intenso y, en nariz, resulta complejo con aromas a fruta como moras, mermelada de mora y toques de regaliz. En el paladar se perciben taninos robustos, firmes y maduros que se suman a su complejidad. El roble equilibrado y la mezcla de los potentes sabores de cada variedad mejoran el largo y rico final.
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