Por Alejandro Sciscioli
El refrán reza que “no hay dos sin tres”. Sin embargo, la sabiduría popular no puede aplicarse al caso puntual sobre el cual ahora escribo, ya que en las siguientes líneas me referiré a una experiencia que me ha tocado vivir por cuarta vez consecutiva: en noviembre del 2012 tuve la posibilidad de viajar a Mendoza para participar de la Degustación Anual de Santa Julia, un evento que llegó a su 14° versión y que, sin dudas, mejora edición tras edición.
Como siempre, el grupo de Paraguay, compuesto por periodistas y empresarios del sector gastronómico, partió del aeropuerto Silvio Pettirossi con destino final Mendoza, ese lugar de la Argentina donde el sol, el clima, la tierra y las personas se “confabularon” para que se elaboren vinos de primerísima calidad.
Mauricio Lima, referente comercial de la Bodega Familia Zuccardi, la empresa anfitriona, fue el encargado de recibirnos en el aeropuerto El Plumerillo. Y luego comenzó una hermosa seguidilla de días intensos a puro vino, gastronomía y aceite de oliva.
EN LO DE MALLMAN. Recibimos la bienvenida oficial en una cena realizada en el maravilloso 1884, el restaurante que Francis Mallman posee dentro de la antigua infraestructura de la bodega Escorihuela Gascón, en la capital mendocina.
Como corresponde y para acompañar los excelentes platos de la carta, la velada transcurrió a puro vino. Degustamos primeramente el Zuccardi Blanc de Blancs (espumante realizado con el método Champenoise íntegramente con uvas Chardonnay de Tupungato, con la acidez exacta, fresco y cremoso al paladar); luego el Zuccardi Serie A Chardonnay Viognier 2011 (muy frutado, equilibrado y cremoso); finalmente, llegó a las copas el Q Cabernet Sauvignon 2009 (merece sí o sí estar en tu copa: complejo, especiado, picante, con notas ahumadas y a tomates asados, más una gran boca con buen cuerpo y estructura y unos ligeros toques de chocolate y vainilla).
Luego de la panzada, a la cama a reponer fuerzas y juntar energías para el largo programa que nos esperaba al día siguiente.
OLIVA, VINO Y MÁS OLIVA. Tras el desayuno fuimos hasta la bodega, en Maipú, donde también funciona la planta procesadora de aceite de oliva y el nuevo restaurante de la bodega, Pan & Oliva.
El propio Mauricio Lima nos explicó paso a paso el proceso de elaboración del aceite. Luego se sumó al grupo Miguel Zuccardi, el benjamín del clan familiar que tiene la responsabilidad de elaborar los aceites de oliva que salen al mercado con las marcas Zuccardi y Zuelo, más los destilados con los que luego se encabeza el Malamado.
Tras la charla fuimos a almorzar al restaurante temático Pan & Oliva donde comimos un menú de 4 pasos combinados con vinos de la casa. Y como corresponde, nos “bombardearon” con vinos antes, durante y después de la comida.
Mientras picoteábamos algunas aceitunas condimentadas nos sirvieron el Santa Julia Extra Brut, un muy fresco espumante elaborado con uvas Pinot Noir, Chardonnay y Viognier.
Luego llegó una entrada de tapas compuesta de Tiradito de trucha; Arrolladitos de remolacha, queso ricotta de cabra, rúcula y berenjenas; y una Polenta grillada con pomodoro. ¿El maridaje? Santa Julia Torrontés 2012, elaborado con uvas de la finca de Maipú, Mendoza; tiene mucho que contar: bellísimo color amarillo pálido, con nariz muy expresiva, floral y frutada (cítricos y lichi), más una boca muy fresca.
Luego hubo varios platos principales, todos de pasta, que por azar iban llegando a cada comensal. A este cronista le tocó un Penne con pomodoro y pistachos que estaba para chuparse los dedos. El acompañamiento: Santa Julia Reserva Malbec 2011 (se destaca por sus agradables notas avainilladas en boca), Santa Julia Magna Cabernet Sauvignon 2009 (criado 10 meses en barricas francesas de primer y segundo uso), con presencia en nariz de fruta roja madura más unas agradables notas ahumadas y a vainilla; en boca es redondo, picantito y con buen cuerpo.
¿El postre? Una ensalada de frutas con nueces, crema y salsa de chocolate, que llegó junto al Santa Julia Tardío 2012 (dulce, frutado, fresco y algo cremoso).
CONOCIENDO UCO. Tras el almuerzo, volvimos a subir al bus para recorrer las fincas que la empresa posee en el hoy famoso Valle de Uco, acompañados por Claudia Piedrahita, gerente de marketing de la empresa, Mauricio Lima, la enóloga Laura Principiano y el agrónomo Martín Di Stéfano.
Primero recorrimos la Finca Los Membrillos, asentada en la La Consulta, a 1.100 metros de altura sobre el nivel del mar, donde hay 240 hectáreas plantadas de Cabernet Sauvignon de nivel superior, para los vinos del nivel Z, ícono de la bodega.
Luego fuimos a la Finca Piedra Infinita, en la zona de Altamira, donde el suelo es increíblemente cambiante. Allí realizaron un estudio científico muy preciso que les permitió generar un mapa mediante el cual saben qué plantar, dónde hacerlo y controlar con mucha precisión las fechas de cosecha.
El punto culminante fue, con las altas cumbres de los Andes como fondo, y con un cielo totalmente encapotado, una degustación donde se construirá la futura bodega de la firma para vinos de alta gama: directamente de las barricas a botellas sin etiquetar, probamos vinos de Altamira provenientes de diversos tipos de suelo: un Malbec Supercalcáreo 2012 (con una enorme concentración de taninos y acidez, debido a que apenas tenía 5 meses de madera, faltándole unos 24 meses más), otro Malbec Calcáreo Arcilloso 2012 (mucho más frutado que el anterior), un Top Supercalcáreo Cabernet Sauvignon 2012 (con gran nariz frutada, especiada y compleja y boca con notas leves a pimiento rojo) y un Suelo Profundo Cabernet Sauvignon 2012 (con una nariz idéntica al vino anterior, pero con una boca más jugosa y picante).
El remate de la jornada fue una deliciosa sorpresa: asado a la argentina preparado por el chef de la casa, Matías Aldasoro, en una casa para huéspedes ubicada en la altura de Uco.
Pero antes de comer realizamos una cata de vinos premium. Me reservo los detalles de lo degustado para otra entrega, ya que vale la pena poner en destaque cada una de las etiquetas.
Con panza llena y el corazón contento retornamos al hotel.
PASEO POR LA MONTAÑA. Al día siguiente realizamos una excursión por la Estancia San Pablo, un sitio paradisíaco en medio de los cerros cordilleranos, a apenas 30 kilómetros de la frontera con Chile, adonde don Walter Scibilia, ingeniero agrónomo, enólogo y emprendedor turístico, construyó un sitio donde cría a sus hijos, cultiva uvas, cría ganado vacuno, pesca truchas y recibe visitantes de todas partes del mundo.
Comimos manjares criollos de toda clase (empanadas, brochettes de queso de cabra y tomate, truchas y cordero estofado), todo acompañado por varios de los espumantes de Santa Julia, el maravilloso Zuccardi Serie A Torrontés elaborado con uvas de Cafayate (muy expresivo, con maravillosas notas florales, cítricas y frutales) y Zuccardi Serie A Malbec (con notas a fruta roja fresca y una buena muy equilibrada; un gran vino).
POR FIN, LA DEGUSTACIÓN. La 14° Degustación Anual de Santa Julia estaba programada para el día anterior, pero como el pronóstico del tiempo indicaba fuerte probabilidad de lluvias, el evento se postergó para el domingo.
A fuerza de realizarse sin interrupción año tras año desde 1999, la Degustación Anual de Santa Julia congrega a miles de entusiastas amantes de vino que llegan hasta la bodega de la firma, en Maipú, dispuestos a catar y disfrutar de la propuesta que siempre se renueva en cuanto a temática convocante.
En el 2012 se programó un homenaje a la música y, por ello, se presentaron artistas como Adriana Varela, Olga Román, Daniel Vinderman y Tonolec. Además hubo intervenciones de cantantes líricos y varios shows melódicos.
Pero el plato fuerte, sin dudas, fue la opción de degustar más de 30 etiquetas de las diferentes líneas de la bodega, entre vinos tranquilos y espumantes.
Como un amante de lo novedoso, me detuve especialmente en la carpa donde me fue posible degustar toda la línea Innovación. No está demás decir que las 10 opciones puestas a disposición del público resultaron muy buenas: Albariño, Fiano, Verdelho, Verdejo, Nero Dávola, Carmenere, Agliánico, Arinarnoa, Croatina y Tinta Cao. Quedé especialmente enamorado de las dos últimas por su gran frutosidad y amabilidad en boca.
También degustamos espumantes y reservas, por supuesto, y participamos del tradicional almuerzo ofrecido por los anfitriones para sus invitados especiales en el patio de La Casa del Visitante, el restaurante de la bodega, donde las exquisiteces servidas más la alta gama de vinos descorchados hizo que la todo fuera más que redondo.
Por la noche, cena despedida en el restaurante Azafrán, donde pese a todo fue posible seguir comiendo y degustando.
Al día siguiente llegó el triste momento de decir adiós, una vez más, a la hermosa Mendoza. Y la promesa que hago todos los años, una vez más, se renovó: volveré a esta tierra para ser parte de muchas y muy buenas degustaciones.
En la 14º Degustación Anual de Santa Julia
Te contamos detalladamente lo que nos tocó vivir en la versión 2012 del ya tradicional evento organizado en Mendoza por la Bodega Familia Zuccardi, que año tras año mejora y mejora.
Abril 09, 2013