Por Daniel Fassardi
Argentina elabora vinos cada vez más interesantes, y una prueba de ello son las diversas etiquetas de Casa Petrini. En las últimas semanas he tenido oportunidad de disfrutar algunas etiquetas, en situaciones de consumo distintas, y de a poco iré comentando las características de cada una de ellas. Puntualmente, en este artículo voy a detenerme en las particularidades de Casa Petrini Talud, un blend de alta gama que se las trae.
El vino llegó a mi copa gracias a la pericia catadora de mi querida amiga P., quien había visitado la cava del Five Hotel, donde su sommelier le recomendó Talud, un blend de Malbec (80%), más Tannat y Petit Verdot que tiene como característica principal en su vinificación la cofermentación alcohólica de las 3 variedades en barricas de roble, y una posterior crianza durante 12 meses en las mismas barricas.
Otro aspecto a destacar es que la fermentación alcohólica ocurre a partir del trabajo de levaduras nativas, buscando (y creo que también logrando) brindar una identidad del terroir donde la bodega se encuentra afincada, en el Valle de Uco, Mendoza, más puntualmente en Tupungato.
Como corresponde, todo inició con un llamado que luego se transformó en una cena descomprimida en mi departamento. A la hora señalada P. llegó con su botella y unas impresionantes empanadas de lomo de Sabores de Mi Tierra, que a priori serían grandes acompañantes del vino señalado.
En verdad, el somm no se equivocó en su recomendación. El vino estaba excelente y el acompañamiento hacia que bebida y comida se potencien.
¿Con qué me encontré en la copa? Con un vinazo de muy buena intensidad aromática que obsequiaba una interesante complejidad: notas a fruta roja y negra, especialmente ciruela, más toques florales a violetas, especias, sorprendentes puntos minerales (grafito) y muy agradables notas terciarias (roble, chocolate y algo de caramelo). En boca es seco, de acidez media (muy equilibrada), taninos bien perceptibles pero delicados que fluyen a un medio de boca de gran cuerpo y estructura, y un final muy largo y placentero, donde se repiten las notas frutales y terciarias.
En resumen, un vinazo, muy seductor, que necesita el acompañamiento de comidas potentes, de gran intensidad de sabor y estructura.
Por supuesto que la botella se terminó rápidamente, pero no la velada, que continuó por carriles que hacen al devenir de la comunicación humana. Aunque ya esa es otra historia.
---