Por Alejandro Sciscioli

Siempre digo que todo buen momento se potencia cuando las burbujas de un vino espumoso hacen su glamorosa aparición. Y tales instantes se tornan aún más rutilantes si las vivaces burbujas que alegran el encuentro tienen el nombre Champagne (con mayúsculas, es decir, provenientes de esa mágica zona de Francia).

Las protagonistas de este relato son dos etiquetas, viejas conocidas, pero sobre las cuales nunca escribí puntualmente. El escenario no podía ser mejor: una distendida noche de descorches en la vinoteca Mr. Vino, donde nuestra anfitriona, la sommelier Alicia Sosa, nos hizo una breve degustación de dos muy interesantes Pinot Noir de Chile.

Sin embargo, cuando el delivery de sushi llegó, nos miramos entre todos y dijimos: “es momento de burbujas, abramos un VCP” (Veuve Cliquot Ponsardin). Y al instante Alicia estaba descorchando con gran destreza el ya clásico Brut de la marca, el de la etiqueta amarilla, tan celebrado y famoso.

Se trata de un Champagne elaborado con uvas provenientes de entre 50 y 60 crus de la famosa Denominación de Origen francesa y que en su ensamblaje (el clásico de la DOC) lleva poco más de la mitad de Pinot Noir, más 20% de Pinot Meunier y alrededor del 30% de Chardonnay. De burbujas muy persistentes a la vista, nariz compleja (donde abundan toques cítricos) y boca vivaz y muy fresca, no resultó ninguna sorpresa: estuvo tan bueno como cada vez que llegó a mi copa.

Luego, dimos cuenta de un VCP Demi Sec, a pedido de las damas presentes. Este Champagne es elaborado con las mismas tres uvas que la etiqueta anterior, salvo que en su ensamblaje hay menos Pinot Noir (de 40 a 45%), más Pinot Meunier (30 a 25%) y menos Chardonnay (20 a 25%). Resultó muy bello observar los rosarios de finas burbujas que se formaban en las copas Riedel que Alicia siempre tiene prestas en su tienda para momentos como el que estábamos viviendo. En nariz resultó también cítrico, aunque se percibían más notas licorosas y un delicioso punto de cáscara de naranja confitada, mientras que en boca resultó muy fresco, vivaz, y claro, dulzón, pero para nada empalagoso (contiene 45 g de azúcar residual, valor que se encuentra dentro de los parámetros de un Demi Sec).

Y así transcurrió la velada, entre risas, celebrando la vida, la amistad y las bendiciones que Dios nos obsequia. Lo que no es poco.

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